Ir al contenido principal

'Morar en nosotros, con nosotros'.

 

"El que me ama guardará mi palabra, 
y mi Padre lo amará, 
y vendremos a él y haremos morada en él." (Jn 14,21-26).

Aceptar los mandamientos y guardarlos es signo de amar y ser amado. Vivir de acuerdo a un estilo de vida que no se puede atrapar en normas y reglas, porque lo desborda. Amar al estilo de Jesús. Sin condiciones y abiertos al don del Espíritu. «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama» No se trata sólo de conocerlos sino de cumplir y hacerlos vida. Porque nuestra fe no es algo que se deba dar sólo hacia el interior sino que el mayor testimonio es el que damos en la día a día con lo que hacemos y amamos.

"El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él." La vida cristiana implica el misterio de ser habitado por Dios. No es una idea pretenciosa; es una promesa revelada por Jesús: en la raíz está el amor que lleva a guardar su palabra; un amor que brota de Dios Padre. El Padre y él vendrán y pondrán su morada en quienes le aman.

Hacer morada es habitar, es tener un proyecto en común, es vivir juntos. Dios quiere 'morar en nosotros, con nosotros'. ¿Cómo es posible eso? Solo de una manera, en el amor. Amando como Él ama, amándole como Él nos ama, dejarnos amar como Él quiere.


Si Dios habita en mí, mora en mí, mis obras, mis palabras, mis gestos, lo que hago y soy es de Él, en Él y con Él. Dejarle sitio a Él en nuestra vida, que pueda vivir en y con nosotros, morar en nosotros. La vida se llenará de luz, será otra manera de ser y estar en el mundo. No cambio yo, cambio con Él. La novedad en mi vida es la que Él me da si habita en mí.

Señor, enséñame a entender profundamente 
que tú y el Padre deseáis hacer morada en mi corazón. “Haremos morada en él” 
Haces morada en mí, y eso me reconforta. 
Deseo habitar en la casa del señor, 
en tu casa, por años sin término. 
Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, 
y prefiero las moradas del Señor a vivir con los malvados. Aumenta mi fe, aumenta mi amor y fortalece mi obediencia. Amén.

La historia de Dios con cada uno de nosotros es una historia de salvación. A cada nuevo paso se va aproximando a lo más íntimo de nosotros. "Hacer morada" es vivir todo lo que nosotros vivimos. Alegrías y tristezas. Éxitos y derrotas. No busquemos un Dios que está fuera, sino bien dentro. Se une a mi forma de pensar, de sentir, de elegir, de sufrir. Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Que su compañía se vuelva diálogo incesante de gratitud y de colaboración.



«El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo»
No caminamos solos, sino que al Espíritu lo tenemos siempre a nuestro lado y no lo sabemos todo, debemos ir aprendiendo cada día, la respuesta al mundo necesita de nuestra formación.

 

Envíanos tu Espíritu
A veces nos faltan las fuerzas. 
Danos tu fortaleza. 
A veces no sabemos qué camino escoger. 
Danos tu consejo. 
A veces abandonamos con facilidad la oración. 
Danos tu piedad. 
A veces, perdidos en el pasado y en el futuro, se nos olvida saborear los regalos que nos das en el momento presente. Danos tu sabiduría. 
A veces no entiendo tus cosas y tus caminos. 
Danos tu entendimiento. 
A veces me pierdo en elucubraciones y teorías 
y se me olvida que la mayor ciencia es amar. 
Danos tu ciencia. 
A veces, temo perder fama, reconocimiento, aplausos. 
Que solo tema perderte a ti. 
Danos el don de temor de Dios. 
Envíanos tu Espíritu 
para que en todo sepamos amar y servir. 
(Fermín Negre)

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...