"El que pierda su vida por mi causa la salvará" (Lc 9, 22-25) Vivir también implica sacrificarse por aquello en lo que crees. ¿Estás dispuesto a aceptar tu cruz? La cruz no es sólo la apariencia de dos maderos que se cruzan. En cada una de sus astillas hay un nombre, una situación, un momento de dolor y dificultad. La cruz es la señal que nos despierta. El gesto que nos invita a seguir. El distintivo de todo amor. Frente a vivir para nosotros mismos, buscando el placer efímero de lo inmediato y rechazando aquello que nos incomoda, Jesús nos propone su forma de vivir y de amar, aceptando la voluntad del Padre y saliendo al encuentro del otro; un amor que vence a la muerte. 'Perder la vida por su causa'. Su causa es la de los que no tienen nada, la de los que piden justicia, la de los que 'están fuera' por alguna razón que no valora su dignidad. Perder la vida para el mundo es darse, para Él un gozo. Negarse a sí mismo: renunciar al ser el ce...