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Mostrando las entradas etiquetadas como Martes II Adviento

Me buscas

  “Un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde,  ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida?  Y si la encuentra, … se alegra más por ella  que por las noventa y nueve que no se habían extraviado”   (Mt 18, 12-14). Para Jesús las matemáticas no existen. Uno y noventa y nueve son lo mismo. Las personas no son cálculos ni se miden por cantidades. Cada una es original, única y sagrada. Cuida de todas por igual. La que se pierde es valiosa y merece todos sus desvelos por hallarla. "Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado." (Mt 18,12-14). Encontrarnos, volver a casa, dejarnos encontrar, es lo que nos ofrece la fe. Es lo que nos llena de alegría y de sentido. Perdernos, exiliarnos, no ser nosotros mismos, es la experiencia de vivir intentando agradar a otros. Perderse es olvidar quienes somos. Es mendigar la valoración en el criterio de los demás. Es ac...

Nos ha buscado

  "Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado."    (Mt 18,12-14). Consolad a mi pueblo dice Isaías. Buscad al que está perdido dice Jesús. Cada Adviento nos recuerda que Dios viene a nuestra vida con compasión y que no hay otra actitud ante la vida y ante los demás que esta. Jesús nos presenta a un hombre que rompe cálculos y roza lo incomprensible. Tiene cien ovejas y se le pierde una. Por esa, deja noventa y nueve para buscarla. Cada oveja es única, de un valor incalculable. Así cada persona. No se debe perder nadie del rebaño de Dios. «No es voluntad de vuestro Padre que se pierda ni uno de estos pequeños» El amor sin medida de Dios conlleva el hecho de que haya más alegría por recuperar la oveja perdida que por las otras noventa y nueve. Su amor nos ha comunicado que no quiere perder a ninguno de los más pequeños y vulnerables. Defender, custodiar, humanizar... verbos a conj...

Viene

  "No es voluntad  de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños."  (Mt 18, 12-14). La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos No quiere Dios el sufrimiento ni el abandono de ninguno de sus hijos. No nos quiere ver vejados, ni abatidos, ni solos. Nos perdemos por ignorancia. Por decidir recorrer caminos alejados de su mano. Como el hijo pródigo creemos que sabemos dónde está la felicidad. Idealizamos nuestras posibilidades. Y nos encontramos enredados en mil realidades que nos pierden. Por eso Dios nos pide volver a casa. La pérdida de una oveja es infinita. No se regatean costes al dejar noventa y nueve, porque el valor de la que pierde es in...