"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra." (Lc 10,21-24). Hoy el profeta Isaías nos da algunas pinceladas del Mesías, anuncia que «brotará un renuevo del tronco de Jesé y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el Espíritu del Señor». (Is 11,1-2). Jesús se sentía muy amado por su Padre, por eso vivía agradecido. Y no porque todo le fuera bien, sino porque reconocía que vivir ya es un regalo. A la vida regalada solo se la puede acoger, no despreciar, apartar lo que no nos gusta. No se trata de elegir lo bello, lo cómodo, lo inteligente, y rechazar lo roto, lo feo, lo enfermo. Jesús agradece a Dios que le acompañe en cada momento de su vida. Cuando los pobres acogen el Reino de Dios, y cuándo en Getsemaní, le pide que no le deje sólo. Su Palabra no pasa por encima de nosotros, se queda, empapa y cala. Él llama, llama siempre, su Palabra es una llamada permanente a la conversión, al movimiento, al compromiso, a responder. No dejemos q...