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Mostrando las entradas etiquetadas como Discurso Pan de Vida

Comulgar con Él

  "El que come mi carne...  habita en mí y yo en él".   (Jn 6,52-59). Una de las experiencias más maravillosas del seguimiento de Jesús resucitado es la mutua habitabilidad: basta con adherirse al Señor, con comulgarle, para que Él habite en ti y tú en Él. De esta realidad deducimos que un discípulo de Jesús nunca estará sólo, sino habitado. Jesús es quien nos da vida. El pan de la vida. Su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida. El que lo come vivirá para siempre. Comer su carne y beber su sangre es habitar en él y dejarse vivir en él. Una gracia que se regala y solo tenemos que acoger " El que come mi carne... habita en mí y yo en él". Carne es historia, es realidad, es compromiso. Habita en nosotros si comulgamos con Él, si abrimos de par en par las puertas de nuestro corazón y le dejamos sitio. Es una unión íntima, real, en la historia.   No quiere quedarse en la imaginación, quiere ser tan real que habita en nosotros y nosotros e...

Enviado

  "El que cree tiene vida eterna"   (Jn 6,44-51). «Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre, que me ha enviado». El Padre es quien envía y quien atrae. Quien lo escucha va a Jesús. Quien cree en Jesús tiene vida eterna. Es el pan de la vida. El que baja del cielo. El que da vida para siempre. El que da vida al mundo. La pena es que nos falta fe para creerlo. ”Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí” No sólo debemos escuchar sino también aprender  para hacer  nuestro aquello que escuchamos, para que al cumplir su voluntad no seamos borregos que no pensamos sino personas libres que hacemos las cosas porque queremos y amamos. El Padre empuja hacia Jesús porque éste es su don, la expresión de su amor a la humanidad. Lo mismo hace el Espíritu. Quieren compartir con nosotros su alegría; nos dicen que sólo una persona puede dar sentido a nuestras vidas: Jesús. Quien oye estas llamadas empieza a caminar hacia algo nuevo. Pasa hoy por la vida haciendo el bien...

Unidos a Él

  «Que no pierda nada de lo que me dio» (Jn 6,35-40). Esta es la voluntad del Padre para con el Hijo, que no somos nosotros quién para juzgar y rechazar a nadie, sino que nuestra misión es acercarlos e invitarlos con nuestro testimonio a elegir cumplir la voluntad del que nos llena la vida. Quiere a todos. Es 'pan de vida' y es para todos. No echará fuera a nadie que acuda a Él. La acogida, la puerta abierta, la búsqueda y el deseo de encuentro, forma parte de su misión. Es la voluntad del Padre, del que lo ha enviado, 'que no se pierda nadie' Si le conocemos nos llama a estar con Él para que no nos perdamos, que no nos alejemos, que permanezcamos unidos a Él. Nos conoce y ama, quiere que nada ni nadie se pierda de lo el Padre le ha dado. Nos quiere a todos, nos quiere con Él. Nada de perdernos, alejarnos o buscar a otros. Dejemos que Él sea nuestro guía, nuestro Camino, nuestra Verdad, nuestra Vida. Dame de tu pan, ese que quita el hambre. Dame de tu agua...

Danos de ese pan

  " Yo soy el pan de vida.  El que viene a mí no tendrá hambre,  y el que cree en mí no tendrá sed jamás "  (Jn 6,30-35) Jesús se presenta como el pan de vida. No es una entelequia, ni un fantasma, ni una mera idea. El Señor, por su infinita misericordia, advierte que quien acuda a él no tendrá hambre, y el que cree en él nunca tendrá sed. Mensaje claro, directo, que algunos se niegan a comprender. Con Él se terminan las hambres, se terminan los sin sentidos y los vacíos. Con Él nos saciamos de verdad, nos llenamos de sentido. Es un pan de vida, para vivir, nada de muerte ni de pérdidas, nada de alejarse del mundo donde se debe vivir, no hay otro sitio. Un pan que se da para todos, que se parte y parte para que nadie se quede sin comer, para que todo adquiera verdadero sentido con y en Él. «El que viene a mí no tendrá hambre» Debemos buscar el alimento que nos sacia para siempre, no sólo el que nos quita el hambre un rato, pero no llena nuestra vida. Cuando encontram...