"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?" (Lc 6,39-42). La ceguera física nos impide ver lo que sucede fuera de nosotros. La ceguera interior, conocer quiénes somos y cómo son los demás. Nos introduce en un mundo lleno de disculpas hacia los errores propios, e implacable con los fallos ajenos. Nos hace fundamentalistas. Quién sólo se ocupa de condenar lo malo que son los demás es incapaz de aceptar sus propios defectos. Vemos la mota y no reparamos en la viga. Al final terminamos pensando que todos se confunden mientras me asiste la razón. ¿Por qué la ceguera propia hace a todos ciegos? La luz de Cristo sana cegueras y sorderas. Tiene la fuerza de cambiar completamente la existencia. "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? Hoy nos pregunta Jesús por quién guía nuestras vidas. Si dejamos que nuestra vida la guíe la ambición, el odio, la venganza o el rencor, arrastraremos con nuestro dolor a otros. Si dej...