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Mostrando las entradas etiquetadas como luz del mundo

La luz

  "Yo soy la luz del mundo"    (Jn 8,12-20) La mayor y más decisiva experiencia del creyente es sentir, cada día, que no camina en tinieblas, pues Jesús, el Señor, es la luz. Seguirle a Él es seguir a quien es la luz y la vida. Obstinarse en caminar en la oscuridad suele producir no pocos accidentes y el alejarse de la luz. Que su luz nos guíe por todas las sendas de la vida y que nos alumbre cuando nuestros caminos se oscurezcan. A nadie le gusta andar en la oscuridad sin saber dónde pone el pie, cuanto menos si él nos ofrece su luz para ver y sobre todo para ser nosotros portadores de la luz con el testimonio de la vida que tratamos de unir a la voluntad del que nos ha enviado. Jesús es la luz del mundo. La auténtica, la verdadera, la que disipa oscuridades. La luz que descubre la tiniebla de la mentira, del engaño, la falacia y la hipocresía. La que ilumina la mediocridad, la tibieza y los miedos. La que da fuerza, sentido y esperanza. La luz que Él nos da, h...

Ser luz

  " ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama,  o para ponerlo en el candelero?"   (Mc 4,21-25). Jesús es la luz que ilumina en medio de la humanidad; se hace presente en los caminos; conecta con la esperanza escondida de todo ser humano. Tener luz es ser conscientes de ser amados por Dios. Esta certeza es la tarea misionera que anunciamos con la vida. Jesús, eres fuente de vida y de luz para mi vida y para la vida del mundo.  Ilumina mis actitudes, mis sentimientos, mis pensamientos con tu luz. Quiero vivir como hijo de la luz. Quiero escuchar y acoger la luz de los otros. Hoy Jesús nos pregunta directamente si la luz que somos, la compartimos o la ocultamos. La falsa humildad es una pereza disimulada. Decir "no puedo", "no valgo", es un excusa para la inoperancia y la vagueza. Reconozcamos lo únicos y exclusivos que somos y que eso nos haga salir del ensimismamiento. Somos luz y sal. Hagamos que nuestras vidas iluminen ...

El metro

  "¿Se trae la lámpara para meterla debajo  del celemín  o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?" (Mc 4,21-25) Si se nos regala luz y sentido para afrontar la vida, es importante compartirla. No podemos ocultar talentos, capacidades, y todo lo que pueda ser útil para los demás. No es lo mismo brillar, deslumbrar, que iluminar. La luz que tenemos cada uno ayuda a salir de la oscuridad a los que viven en tinieblas y sombras de muerte. Jesús es la luz que es puesta en el candelero para iluminar a todos y vencer a la tiniebla. Cada cristiano, con Cristo, es portador de la luz de la fe, la esperanza y la caridad. El evangelista Mateo nos dice: "Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). No esconder lo que somos. Mostrar al mundo la verdadera luz. Alejarnos de todo aquello que la empequeñece. Ser testigos de esa luz siendo luz para los demás. Mostrem...