«El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás» . (Mc 3,22-30). No hay condena mayor que aquel que se aleja y maldice el día en el que el Señor le dirigió la mirada y le envió el Espíritu para tener vida. Blasfema contra la vida, las personas y contra sí mismo Los escribas confunden a Jesús con Belzebú. Un error que denota el alejamiento de la bondad y verdad. El demonio siembra división, ruptura, destrucción. Acusan a Jesús de magia, dicen que es enemigo de Dios porque libera al ser humano. Esto es insultar al Espíritu, eso es actuar de mala fe. El Espíritu sopla donde quiere, pero se hace presente donde hay liberación, entrega, creatividad, vida compartida. Las blasfemias contra el Espíritu Santo no nos permiten reconocer y distinguir el don de Dios. Nos distancian de Él. Blasfemar contra el Espíritu Santo es oponerse a su acción vivificadora, santificadora, creadora de comunión. La violencia, la división y la muerte al diferente,...