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Mostrando entradas de junio, 2016

Portadores de reconciliación y perdón

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“¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados”  (Mt 9,2).    Al acercarnos a Jesús descubrimos, entre otras cosas, la alegría profunda del perdón y de la dignidad que nos otorga el amor infinito con que somos amados.  Esta renovación interior profunda permite levantarse y caminar con nuevas fuerzas.  Los que vieron lo que ocurría al paralítico se dieron cuenta del cambio que supone acoger la misericordia de Dios.  En un mundo violento y lleno de conflictos, es propio de los cristianos ser portadores de reconciliación y perdón. - Gracias, Padre,  porque nunca te cansas de perdonar.  Que la fuerza de tu amor nos transforme. Jesús siempre está a favor de la vida.  Cuando la encuentra encorvada, la levanta.  Cuando la encuentra pisoteada, la dignifica.  Cultiva hoy el lenguaje del ánimo.  Un gesto de cercanía, una palabra de aliento,  una mirada limpia y pacificada, una sonrisa...  pueden transmitir vida  a los más debilitados en la esperanza.

Irradiar la luz del Evangelio

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  “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”  (Mt 16, 16).     "Llevad siempre con vosotros el Evangelio" .   Porque en el Evangelio encontramos a Jesús.  Y desde Jesús respondemos a los gritos que demandan un mundo más humano.  Tan humano como se hizo Dios, en Jesús. ¿Alguien puede decir que él no sirve? ¿Alguien puede decir que él no puede? “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4,13). Bendito seas, Dios Padre nuestro, Dios de los apóstoles, por habernos llamado a la fe  dentro de tu pueblo la Iglesia,  que has cimentado sobre Cristo  y sobre la palabra y el testimonio de los apóstoles,  a quienes él eligió como sucesores suyos. Te alabamos hoy con estos testigos cualificados  del evangelio y columnas de la Iglesia,  que fueron los apóstoles Pedro y Pablo.  Concédenos, Señor, responder a tu elección de amor para colmar las esperanzas depositadas  en esta hora del mundo,  para mostrar tu rostro auténtico  a nuestras h

Seguir a Jesús es cosa seria.

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“¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!”  (Mt 8,25) .   Seguir a Jesús es cosa seria . Jesús enseñaba en la vida, en el lugar de trabajo, en los quehaceres y peligros que la vida entraña tantas veces. Seguir a Jesús es subirse a la barca y meterse en el mar. Seguir a Jesús, por lo tanto, es tener la libertad y la audacia de enfrentarse a los poderes que vemos que nos superan, que nos atemorizan, a los que no vemos solución. Un seguidor de Jesús no se calla ante las injusticias sociales, ante los atropellos políticos, ante la corrupción de los gestores del capital, ni ante las contradicciones que vemos en la Iglesia. Pero el "seguimiento" es, sobre todo, la "convicción" de que quien está junto a Jesús ha de saber que sale adelante. Lo único que nos puede salvar de la tempestad es estar con Jesús, siguiéndole a él. Incluso los que han decidido seguir a Jesús se asustan. El evangelio de hoy contiene dos preguntas importante

Señor, por donde tú vayas.

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“Maestro, te seguiré adonde vayas”  (Mt 8,19).   El cristianismo es, ante todo, un "proyecto de vida" .. Los discípulos de Jesús comprendieron (lo que comprendieron) sobre Jesús, viviendo con él, viviendo como él, compartiendo lo que pudieron compartir de su proyecto de vida.  Y aun así, ¡se quedaron tan lejos...! Los primeros discípulos, caminando con Jesús de un lado a otro, aprendieron qué significa seguirlo. Es estar siempre en camino —no físico sino interior, de cada uno y de toda la Iglesia—buscando cómo vivir hoy según las actitudes de Jesús. Jesús no engaña. Quien quiera seguirlo tendrá que aprender a entregar la vida y a caminar sin casa ni techo fijos. Dedica varias horas a caminar. Aprende lo que el camino (Jesús) te enseñe. En sus palabras, algo duras, entendemos que este seguimiento es lo más importante para el cristiano y que nada puede apartarnos de ello. Si dejamos de seguir a Jesús, morimos como cristianos.