“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” . (Mc 7, 1-13) Estas palabras ponen de manifiesto la decepción que provoca la incoherencia humana, cada vez que anteponemos nuestras costumbres y leyes a la voluntad de Dios. Él ama a cada persona por encima de las leyes; nosotros, por el contrario, solemos preferir nuestras tradiciones. "El culto que me dan está vacío". La famosa frase "siempre se ha hecho así" no deja hueco al Espíritu. Déjate llenar y sorprender por Él. Todo lo llena de sentido. ¿Nos preocupamos más por las apariencias externas que por la condición de nuestro corazón? ¿Estamos priorizando tradiciones humanas por encima de los principios bíblicos? Una religiosidad sin Dios es una creencia hueca, vacía, estéril. Cultos, ritos, normas o leyes, que no ponen en el centro el bien común y personal, honran en apariencia, los labios, pero la afectividad, el corazón, está muy lejos. Que nuestra relación con Dios ...