"Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies" (Mt 9,35–10,1.6-8) El Señor se compadecía de la gente, pues andaban como ovejas ese no tienen pastor. En esa compasión encuentra su raíz última el pastoreo que sus discípulos han de realizar hasta su venida definitiva. Realmente la mies es muy abundante y los trabajadores son pocos. Rogad, pues. Jesús siempre en camino, entre la gente, escuchando sus penas, compadeciéndose de su dolor, levantando el desánimo, dando vida. Nos invita a continuar la tarea de curar heridas, acompañar a quienes se sienten solos, abandonados, extenuados por el dolor, abatidos por las guerras. Jesús recorre, sana, llama y envía. Su mirada compasiva revela nuestra miseria: ovejas sin pastor, campos listos para la siega, pero pocos obreros. Nos urge anunciar el Reino, sanar, liberar. Contigo, Jesús, somos convocadas y enviadas a curar las heridas del desamor. Muévenos a colaborar con otros para construir la casa ...