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Mostrando las entradas etiquetadas como amor

Un verdadero encuentro

  "Sus muchos pecados  han quedado perdonados,  porque ha amado mucho,  pero al que poco se le perdona,  ama poco."   (Lc 7,36-50). La mujer solo piensa en Jesús, en estar con Él, en lavarle los pies, en cuidarlo. No le pide nada y recibe todo. Su fe la cura, la salva. El gesto de Jesús con ella le devuelve toda la dignidad que le habían quitado con su crítica los amigos de Simón y el mismo al acusarla públicamente. La mujer pecadora tiene un verdadero encuentro con Jesús que le cambia la vida. Lo que produce el encuentro es el amor, que a su vez facilita el perdón. Es fácil juzgar a las personas por la apariencia. El riesgo es caer en una distorsión de sus cualidades y centrarse en lo negativo. Jesús mira el corazón. La disponibilidad al amor y al perdón. Quien reconoce su limitación y su pecado, deja espacio para ser amado. En la relación personal con el Señor, lo que cuenta es el amor. Al fariseo que invitó a Jesús a su casa, le sobraba cortesía y...

El amor verdadero

  "Amarás al Señor tu Dios  con todo tu corazón,  con toda tu alma, con toda tu mente”.   (Mt 22,34-40). Recibir la palabra como un mandamiento, es como ver a Dios como un jefe ordenando a un trabajador. Y Jesús nos llama amigos y no siervos. La posibilidad de estrenar un amor, "con todo" , significa plenitud. No quiere que llamemos amor al cálculo, al regateo, al ahorro, a la proporcionalidad. Amar con estrategia y con interés nos convierte en negociantes, no en amadores apasionados que dan la vida por sus amigos. Aquel doctor de la ley le pregunta a Jesús por el mandamiento principal de la ley. Jesús no le responde con uno sino con dos mandamientos: Amar a Dios y amar al prójimo. No se puede decir que amas a Dios (que puede parecer más fácil) sino amas a los demás (1Jn4,20). ¿Cómo debemos seguir a Jesús? Amándolo con todo el corazón, con toda el alma, con la mente y con todas las fuerzas... con todo lo que somos. Y esto se percibe en el amor al prójimo. Así...

Fruto de la Pascua

  “Permaneced en mi amor  para que vuestra alegría l legue a plenitud”.   (Jn 15,9-11) Uno de los frutos más característicos de la Pascua debe ser la alegría. Y es la que Jesús quiere para cada uno de nosotros. Una alegría plena, auténtica, no superficial ni etérea Un santo triste es un triste santo. Un cristiano sin alegría no es cristiano. El que ama a Dios, cumple sus mandamientos alegremente; no son una carga, sino motivo de gozo. Cuando ponemos el acento no en el amor, sino en el cumplimiento, terminamos amargados. Nos convertimos en esos cristianos con cara de vinagre. Nos exigimos lo que no podemos cumplir y se lo exigimos a los demás. "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo" un amor que mueve nuestras entrañas y rompe para siempre el vacío que conduce a la tristeza y al abismo de un futuro incierto. El ser amados nos llena de alegría, nada nos podrá separar de ese amor de Dios. El evangelio de hoy nos habla de la importancia de permane...