"El Reino de Dios está en medio de vosotros." (Lc 17,20-25). El Reino no viene aparatosamente, no llama la atención. Es discreto, sencillo y cotidiano. No hay que buscarlo porque está en medio de nosotros. Ni dejarse llevar de noticias o impresiones. Es luz en medio de las sombras del dolor y sufrimiento de este mundo. Necesitamos ojos capaces de reconocer el Reino de Dios. Oiremos que está aquí o allí. Pero son cantos de sirena o profetas de calamidades. No tendremos que buscar lejos, pues está en medio de nosotros. Nos gustaría, tal vez, que se mostrara portentosamente, pero es muy discreto. "El Reino de Dios está en medio de vosotros." No son manifestaciones divinas que coarten nuestra libertad. El Reino no se impone a lo humano. Dios es discreto y no firma sus obras, sino que acompaña nuestros pasos y nos anima e inspira la forma de vivirlos. El Reino se descubre cuando miramos de forma admirativa todo lo que ocurre. La bondad de tantas personas...