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Mostrando entradas de enero, 2017

“El mirar de Dios es amar”

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“¿Quién me ha tocado el manto?”  (Mc 5,30)   Todo el mundo quiere ver y tocar al Señor. Saben que Él puede salvar sus vidas en tantos sentidos.  Nosotros, ¿acudimos también así y confiamos de este modo en Dios? Hay muchas formas de rezar: la oración del padre de Jairo era una oración insistente y pública. La de la mujer enferma era íntima y escondida. Pero en ambas pide Jesús una condición que no puede faltar: la fe, la confianza en el Dios que sabe lo que nos conviene y tiene poder para llevarlo a cabo. Los milagros del Evangelio son signos que demuestran el permanente y silencioso cuidado de Dios sobre nosotros. Todos podemos repasar las veces en que Dios nos ha visitado con su fuerza, con su ánimo, con su Espíritu, y nos ha mantenido esperanzados, pese a las dificultades. Ante estos dos testimonios de fe, quizá los más impresionantes del Nuevo Testamento, podríamos pedir a Dios que aumente nuestra fe Jairo se postra ante Jesús y no le importa

Un encuentro con el Señor

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  “Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor  ha hecho contigo por su misericordia”  (Mc 5,19)   El endemoniado destruía lo que encontraba a su paso y se lesionaba a sí mismo. Por desgracia hemos vivido imágenes de destrucción. Quienes las realizan están fuera de sí y dentro de ellos convive una legión de heridas en el alma: odio, enemistad, envidia... una legión que únicamente pueden curar el amor, la oración y la acogida . Jesús no tiene miedo a los marginados. Se acerca a ellos y los mira a la cara. Descubre detrás de cada rostro a una persona que sufre y espera ser liberada. Jesús recrea la dignidad humana en quien la ha perdido, se acerca a todo ser humano colocado en los márgenes y lo capacita para la comunicación, entra con su luz en los sepulcros para que brote la vida.  Nuestro endemoniado, una vez curado, estaba sentado y en su juicio. Mi encuentro contigo, Jesús, me impulsa a acercarme a los marginados y a esc