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Mostrando las entradas etiquetadas como Pedro

Siempre

 "Hasta setenta veces siete"   (Mt 18, 21-19,1)  Hoy Jesús nos instruye sobre la reconciliación y la importancia de resolver nuestras diferencias. El perdón, como el amor, no sabe de números. La pregunta que Pedro hace a Jesús está mal planteada: si mi hermano me ofende ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? El perdón no se puede cuantificar, aunque quisiera hacerse con generosidad. ¿Cuántas veces? Siempre. Más que siempre. Contigo, es posible. Contigo, es posible perdonar. Contigo, es posible perdonar siempre. ¡Gracias por hacer posible lo imposible! Reflexiona sobre las relaciones de tu vida. Piensa un poco en si hay alguien a quien necesitas perdonar o pedir perdón. Ora pidiendo al Espíritu Santo que te guíe en el camino de la reconciliación y te dé la gracia de restaurar en el amor de Cristo tus relaciones rotas. Oración a la Virgen María, Madre del Perdón Infinito Virgen María, Madre del Amor y de la Misericordia, hoy me acerco a Ti con el corazón herido, pero también ...

A la hora décima

  "Hemos encontrado al Mesías"    (Jn 1,35 42) Jesús no impone. Propone. Pregunta para descubrir las inquietudes que nos habitan. Invita a vivir la experiencia del encuentro. Suscita el ser transmisores de la vivencia. Respeta nuestra libertad y nos muestra el camino de la auténtica felicidad. Un testigo nos ayuda a llegar a Jesús, queremos estar con Él, le descubrimos como maestro, como alguien importante, nos hace sitio, nos invita a estar con Él. Es importante lo que hacen estos dos discípulos de Juan, que luego serán de Jesús, quedarse.   La mirada profunda de Jesús traspasa las apariencias y llega al hondón de la persona para relacionarse con ella. La mirada de los discípulos termina en el seguimiento. Los discípulos escuchan, ven, se ponen en movimiento y siguen a Jesús.     Mi vida siente tu mirada de amor, que la invita a ir contigo. Mi historia tiene sentido cuando te encuentro, Jesús. Quiero escuchar tu ...

Juan, Pedro y Judas

  “Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces”. (Jn13,21-33;36-38). Jesús sabe que lo van a entregar, a negar y abandonar los amigos y, sin embargo, se sienta con ellos a la mesa. Los ama hasta el extremo. En el momento de mayor fragilidad y oscuridad, Jesús no se cierra en su dolor, ni da vueltas a su pena, sino que parte y nos reparte su vida. Revela, en los gestos de la última cena, la calidad y la hondura de su amor.   Jesús se sienta a la mesa con sus discípulos. Había compartido días, dificultades y cansancio. Y pone la verdad sobre la mesa. Uno lo va a entregar, otros no lo van a entender, otro lo negará y todos lo dejarán solo. Una Pasión de Amor no correspondido. En el dramático contexto de la última Cena, la exigente misión de Jesús se hace sentir en signos muy cálidos y muy concretos. Como el Mesías largamente anunciado y ardientemente esperado, Él lleva inscrito en su mismo destino la tarea de « reunir a...

¡¡¡Vamos a responder!!!

  «Se ha cumplido el tiempo  y está cerca el reino de Dios.  Convertíos y creed en el Evangelio».    (Mc1,14-20). Hay algo de urgencia vital en las palabras de Jesús. No podemos ralentizar o posponer lo que Dios sueña con nuestras vidas. Entrar en el Reino es descubrirnos en la grandeza que Dios nos regala y esa misma grandeza desplegarla en toda la realidad. La existencia es densa en contenido divino. Son nuestros ojos poco entrenados los que pasan diariamente por delante de tesoros que se nos vuelven escondidos. Cuando el Señor nos llama nos limpia la ceguera y descubrimos que todo participa de la Gloria de Dios. Jesús llega como con prisa: apremiando, despertándonos a los que vivimos soñolientos, demasiados tranquilos, instalados. Para que quede bien claro, desde el principio, que hay mucha tarea por delante. Vivamos la alegría del Evangelio. Jesús es la luz del mundo y que nos llama a seguirle. Cuando seguimos a Jesús, podemos experimentar la t...