“Una profetisa, Ana… hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén” (Lc 2, 36-38). Ana, profetisa, viuda, mayor, fiel y servidora del templo. Una mujer anciana llena de fe, de gracia y esperanza que no mira con tristeza su avanzada edad, ni se lamenta por las pérdidas en el pasado. Vive con plenitud el presente dedicando su vida a Dios. Una sabia discípula-misionera. Alaba a Dios cuando ve al niño. Habla del Niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Al encontrarse con el Dios Salvador, en ese pequeño Niño, anuncia la salvación a cuantos encuentra en el camino. Que tu luz alumbre la oscuridad de nuestro mundo y encienda la llama del amor en mi corazón y en el de mis hermanos. «Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación» (Lc 2,36-40) Así debemos actuar, la Navidad es un tiempo para no vivir agobiados, sino estar gozosos del Niño que nos ha nacido. Nuestra misión es dar gracias a Dios y anunciar a nu...