"¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?" (Mt 9,1-8). En este episodio de Cafarnaún, los protagonistas son Jesús, un paralítico y algunos letrados. Por san Marcos sabemos que cuatro amigos del minusválido lo descuelgan en su camilla por el techo de la casa en que se halla Jesús, asediado por la muchedumbre. Viendo el Señor su fe, comienza por decir algo que resulta sorprendente: « Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados ». La reacción de los letrados es de un desmesurado escándalo. Una vez más la sanación física será signo fehaciente de la más profunda curación espiritual. Al perder la conciencia de pecado, no valoramos el perdón, la gracia que recibimos y nos fortalece en nuestra vida. Preferimos que se nos quite un dolor del cuerpo y no vemos que lo que más nos duele es el alma que nos impide levantar la cabeza. «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.» Esta frase sigue siendo escandalosa. Hemos dejado de soñar en un mundo rescatado de la ...