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Mostrando las entradas etiquetadas como Ezequiel

¡CONFIANZA!

  “Yo doy mi vida por las ovejas."   (Jn10,10-18). En Jesús se cumple la profecía de Ezequiel: "Yo mismo -dice el Señor Dios- buscaré mi rebaño y lo cuidaré" . Jesús encarna la figura del Buen Pastor, que tanto gustaba al pueblo ver en su Dios. Y esto por dos motivos: porque conoce a sus ovejas y porque da su vida por ellas.   Jesús, Buen Pastor, nos conoce, nos llama por nuestro nombre y cuando nos descarriamos nos busca hasta que nos encuentra. Jesús no solo comparte la vida del rebaño; es el Buen Pastor, que por nosotros sacrificó su vida y, resucitado, nos dio su Espíritu. Dar la vida es compartir lo que somos en tiempo real abrazando y acogiendo las circunstancias que nos rodean. Tiene más de alegría receptora de regalos que de heroicidades o despliegues exhibicionistas. Dar la vida es lo que hace Dios cada día sin ruidos, discreto, generoso. No firma continuamente su obra. Simplemente nos ama. Nos demos cuenta o no. Le agradezcamos o no. Por eso vivamos hoy...

"Levántate"

"Levántate, toma tu camilla  y echa a andar" (Jn 5,1-16). "Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida" (Ez 47). Cada uno somos una corriente de vida, de fe, de luz y esperanza. Eso es Jesús y somos nosotros. Que la vida y la gracia vayan contigo allí donde desemboque tu aliento y tu corriente. Donde hay muerte, donde no crece ni la más pequeña flor, donde no queda ni sombra de esperanza, Dios puede abrir manantiales, torrenteras, ríos de agua viva en el yermo. Quien se dejar tocar por Jesús, se convierte en cauce, se transforma en arroyo, en fuente de vida nueva. Que llueva agua como una bendición sobre los sedientos, que alivie la sequía del cuerpo y la del alma. Que el Espíritu derrame agua viva sobre la Tierra... Despierta la conciencia para cuidar y hacer que a todos llegue el agua que da vida. Jesús pasó: ¿Quieres quedar sano? Y el hombre paralítico desde hace 38 años, encadenad...

Un pregón de Pascua

Lectura de la profecía de Ezequiel (37,21-28): Así dice el Señor: «Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías. No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los multiplicaré y pondré...