“Yo doy mi vida por las ovejas." (Jn10,10-18). En Jesús se cumple la profecía de Ezequiel: "Yo mismo -dice el Señor Dios- buscaré mi rebaño y lo cuidaré" . Jesús encarna la figura del Buen Pastor, que tanto gustaba al pueblo ver en su Dios. Y esto por dos motivos: porque conoce a sus ovejas y porque da su vida por ellas. Jesús, Buen Pastor, nos conoce, nos llama por nuestro nombre y cuando nos descarriamos nos busca hasta que nos encuentra. Jesús no solo comparte la vida del rebaño; es el Buen Pastor, que por nosotros sacrificó su vida y, resucitado, nos dio su Espíritu. Dar la vida es compartir lo que somos en tiempo real abrazando y acogiendo las circunstancias que nos rodean. Tiene más de alegría receptora de regalos que de heroicidades o despliegues exhibicionistas. Dar la vida es lo que hace Dios cada día sin ruidos, discreto, generoso. No firma continuamente su obra. Simplemente nos ama. Nos demos cuenta o no. Le agradezcamos o no. Por eso vivamos hoy...