"Hasta setenta veces siete" (Mt 18,21-19,1). En el mundo de la violencia el perdón es considerado propio de los débiles. Sin embargo, no existe nada más fuerte ni poderoso que el amor, la misericordia y el perdón. De hecho, al mundo no lo cambiará la violencia o la venganza, sino el perdón de corazón y sincero. La auténtica paciencia es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas. El perdón es el bálsamo de las heridas. El que calma, alivia, y ayuda a cicatrizar. En las relaciones es indispensable para crecer, construir y superar. Liberarnos del rencor y caminar. No es fácil ni rápido. Requiere aceptar la herida, a quien la causó y oración. Cuando nos presentamos delante de Dios sin ningún mérito que exhibir, sino con nuestra propia miseria, Dios se conmueve. No hay nada que tengamos que...