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Mostrando las entradas etiquetadas como Sábado VI TO

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  "Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer."   (Mc 8,1-10). Jesús se conmueve al ver a la gente, que se ha echado al camino y va detrás de él, necesitada de pan, verdad, cariño y dignidad. Sus palabras llenas de vida, de ternura, de consuelo han despertado su entusiasmo. Un Dios que se conmueve, que se compadece, que actúa multiplicando los recursos que genera el compartir, es un Dios creíble, un Dios en quien se puede confiar. Si alguien piensa que por ser divino se despreocupa de lo humano, se engaña despreciando en la creaturas al Creador. Jesús, lleno de compasión, realizó un milagro para alimentar a miles con unos pocos panes y peces. Jesús siente compasión por la gente, y se la quiere “contagiar” a sus discípulos. Su generosidad nos invita a reflexionar sobre cómo podemos compartir nuestro amor y recursos con los demás. Compadecerse no es tener lástima o quejarse por las necesidades de otros. La compasión es un impu...

«Escuchadlo»

  «Este es mi Hijo,  el amado; escuchadlo»    (Mc 9, 2-13). Jesús toma a tres discípulos para subir a un monte alto. Lugar de encuentro con Dios y de manifestación de Dios. Una experiencia que los asusta, pero que también se les graba.. La experiencia de la Transfiguración del Señor es decisiva en la vida de los discípulos. Por la Transfiguración los discípulos tendrán conciencia de que Jesús es Hijo de Dios, cumbre de la Ley y los profetas, anticipación del futuro que esperamos. Tenemos que buscar, al lado de Jesús, esa experiencia transformadora y fundante que cambie nuestra vida para siempre. Ante el misterio de Dios nos queda el silencio, la contemplación y la gratitud. Hoy el Tabor es la Eucaristía. "¡Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!" Esta es la primera frase con la empezamos cada día. Que bueno ser y estar donde estamos, acogiendo agradecidos el paisaje humano y de las circunstancias que nos rodean. Es un gran regalo vivir lo que vivimos y c...

Que bien estamos aquí

  «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo»    (Mc 9, 2-13). Jesús lleva a sus discípulos al monte para regalarles una experiencia de luz, de aliento, de paz. Se transfigura delante de ellos. En el monte se les desvela, por un momento, el misterio de la persona de Jesús; en él se cumplen la ley y las profecías; él es el Hijo amado, a quien hay que escuchar, aunque sus palabras suenen a cruz y a sufrimiento. Descubrir su voz entre nuestros ruidos. Su luz en medio de tantas oscuridades. Su presencia en tantas realidades y personas. Estar en la presencia de Dios es subir a la montaña. Allí, encontraremos el descanso y la fuerza para bajar de la montaña y traducir nuestra experiencia de fe en actos concretos de amor que hagan presente el Reino en el aquí y el ahora. Hay que bajar de 'la montaña' y vivir el Evangelio, su Palabra, en nuestra cotidianidad, a veces difícil y otras llenas de alegrías, en ocasiones dura y otras llevadera y gratificante. Reconocerle como...