"Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer." (Mc 8,1-10). Jesús se conmueve al ver a la gente, que se ha echado al camino y va detrás de él, necesitada de pan, verdad, cariño y dignidad. Sus palabras llenas de vida, de ternura, de consuelo han despertado su entusiasmo. Un Dios que se conmueve, que se compadece, que actúa multiplicando los recursos que genera el compartir, es un Dios creíble, un Dios en quien se puede confiar. Si alguien piensa que por ser divino se despreocupa de lo humano, se engaña despreciando en la creaturas al Creador. Jesús, lleno de compasión, realizó un milagro para alimentar a miles con unos pocos panes y peces. Jesús siente compasión por la gente, y se la quiere “contagiar” a sus discípulos. Su generosidad nos invita a reflexionar sobre cómo podemos compartir nuestro amor y recursos con los demás. Compadecerse no es tener lástima o quejarse por las necesidades de otros. La compasión es un impu...