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Mostrando entradas de septiembre, 2018

De los nuestros

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"El que no está contra nosotros  está a favor nuestro"   (Mc 9, 38-43. 45. 47-48) *Es Domingo* ¡Qué fácil es apegarnos a nuestros antojos! Tengamos la mirada en el futuro: si ganamos el mundo entero, pero perdemos nuestra alma, lo hemos perdido todo. *Comparte tu Fe* Jesús no excluyó a nadie, sino que acogió a todos. Sintámonos hermanos de quienes, bajo cualquier fe o ideología, se dedican a hacer el bien. El Reino de Dios es para los pobres de espíritu, los mansos, los limpios de corazón, los perseguidos, los que trabajan por la paz... Los que seguimos a Jesús de Nazaret hemos de tener el corazón abierto el mundo. La diversidad es riqueza. Las diferencias no son amenazas ni tienen por qué generar violencia. Sí lo hacen la marginación y la pobreza extrema, los dogmatismos, los prejuicios, las condena Ni las personas ni el mundo son tan malos como a veces los pintamos, ni nosotros ni nuestra vida somos tan buenos como nosotros

Nos acompañan

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“Veréis el cielo abierto” (Jn 1,51)   Jesús hace a sus discípulos una promesa. Con sus palabras y con el don de su nos ha revelado la gloria-amor del Padre a la humanidad. Acércate a Jesús. Déjate mirar por Él. Aprende a vivir como El, en el ámbito de Dios, que es el de la vida.   “Has de ver cosas mayores.” Promesas que alimentan la esperanza. Promesas que calientan el corazón. Promesas que ensanchan el alma. Miremos hoy al cielo con ojos de niños, ojos justos y con mirada verdadera, como Natanael, para ver a Jesús, Señor, camino, verdad y vida, nuestra medicina, nuestro envío y mensaje, nuestro Dios. ¡Oh Dios mío!, aclara mi mirada para que se vuelva hacia Ti. Ahora que estoy sedienta, sáciame. Ahora que soy débil, fortaléceme. Dame tu Espíritu. Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y  Rafael. Que ellos intercedan por los cristianos perseguidos, les guarden y lleven el mensaje del amor de Dios a todo el mundo.

¿Quién eres para mí?

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¿Quién decís que soy yo?”   (Lc 9,20) Lucas nos presenta a Jesús en oración. En un momento de diálogo y de experiencia de sí mismo y de su misión. En esa experiencia en diálogo con el Padre, debió de plantearse el problema de cómo la gente lo iba percibiendo: No era la curiosidad de saber cuál era su popularidad. No era la curiosidad de saber cómo andaba en las encuestas. Jesús no estaba en campaña electoral, ni tampoco le preocupaba el “rating” (Índice de audiencia).         . Era el interés y la preocupación de saber si realmente la gente le estaba entendiendo y comprendiendo su Evangelio. Por eso, la pregunta que hace sobre lo que “piensa la gente de Él” la hace en clima de oración, en clima de interioridad y comunión con el Padre. Es como un momento de discernimiento espiritual. Aprendamos, en el regalo del día a día, del Maestro: la oración antes, durante y después. Los acontecimientos importantes de su vida siempre van marcados por ella. ¿Cómo podemos

¿Quién es éste?

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“¿Quién es éste  de quien oigo semejantes cosas?”  (Lc 9,9) Todo está en manos de Dios. Sus tiempos no son los nuestros. Sus caminos no son nuestros caminos. Sólo Jesús nos desvela y nos conduce al Padre. Él es guía y Camino. Yo también quiero cada día encontrarme con Él. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todos los afanes con que se afana bajo el sol? Una generación se va, otra viene, pero la tierra permanece. Todas las cosas cansan. Lo que pasó volverá a pasar. Nada hay nuevo bajo el sol. Eclesiastés1,2-11 Todo en esta Tierra perece. Polvo que lleva el viento. Algún día seremos en plenitud en el hogar definitivo. La vida es un regalo precioso. Es un regalo para la eternidad. "Madre Inmaculada, que viva mi alma persuadida de que fuera del Sagrario en donde vive, se da y se gusta la Vida y fuera del camino que a Él conduce, todo es vanidad de vanidades y aflicción de espíritu" (SMG OOCC

Proclamar

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"Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia". En el Evangelio de hoy Jesús nos invita a "proclamar el Reino de Dios  y a sanar a los enfermos". Esto hacen los misioneros, por los que rezamos. Pero por el bautismo, todos estamos llamados a hacerlo ¡Ten fe! Dios sigue necesitando hombres y mujeres que continúen con la misión, que se sientan enviados. Siembra la tierra de semillas de esperanza. Aunque la Iglesia pierda autoridad por sus miserias. Nosotros hemos de seguir sembrando esperanza en un pueblo, oprimido, deprimido o desorientado. No tendremos autoridad, pero sí tenemos fe, corazón y coraje para seguir sembrando. Eres testigo del amor de Dios. Transmisor de la Buena noticia para el mundo, en especial para los pobres. El Señor sigues contando con cada uno de nosotros para llevar la Buena Nueva. ¿Cómo no caer rendidos ante tanto amor? La Palabra de Dios es luz en nuestro pere

¡Seamos luz!

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“Nadie enciende un candil y lo tapa” (Lc 8,16) Jesús es tu luz y es la luz del mundo. Pero, ¿qué hacer para que esa luz cruce el abismo y llegue a tu corazón? Y ¿cómo hacer para que te apropies de las verdades profundas? Tu vida es un candil en medio de la casa. Los que vienen necesitan tu luz para no tropezar. No es suficiente ser luz. Hay que ser luz para los demás. No es suficiente ser luz para los demás. Hay que serlo desde el ámbito apropiado.  Ilumíname, Señor, con tu Espíritu. Y déjame sentir el fuego de tu amor en mi corazón. - Señor, que guiados en tu luz demos fruto. El Evangelio no es para esconderlo en los archivos de las bibliotecas. El Evangelio es para llevarlo con nosotros en el bolsillo. Y tener la misma valentía de sacarlo, como cuando sacamos nuestra billetera o nuestra “tarjeta de crédito”. No por nosotros. Sino para que “los que entran tengan luz”. No por nuestra vanidad. Sino para que “los que andan a oscuras pueda

Amar y servir

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“El Hijo del hombre  va a ser entregado.  Quien quiera ser el primero,  que sea el servidor de todos”. (Mc 9, 30-37). No hay nada que proporcione más satisfacción que servir a los demás, estar atentos a sus necesidades.  Aprendamos a ser humildes y generosos con quienes nos rodean. En todo amar y servir... para eso quiero vivir. Gracias, Padre Bueno, porque nos quieres y nos llamas cada día, a través de tu Hijo Jesucristo. Sabemos, Señor, que tú nos buscas y nos hablas al corazón. Tú, Señor, nos enseñas, nos corriges con ternura… ¡Tú nos amas! Tú que eres Bueno, nos quieres y nos invitas a seguirte cada día. Tú, Señor, nos llamas hoy día y nos pides ser humildes y sencillos, nos invitas a servir a todas las personas, igual que Tú viniste al mundo para servir y no para ser servido. Gracias, Señor, por instruirnos y enseñarnos con paciencia las actitudes necesarias para ser felices y bienaventurados acogiendo

Sembrar las semillas

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"La semilla es la Palabra de Dios"   (Lc 8,11) También hoy nosotros salimos al mundo a sembrar y sembrarnos. No cansarnos de sembrar las semillas. Algunas caerán en tierra buena. El sembrador echa la semilla aún a sabiendas que parte se perderá, pero no por ello deja de hacerlo. Del mismo modo de ser nuestra vida, a pesar de nuestras dificultades y fallos, hay que intentarlo una y otra vez. Esparcir la semilla es un gesto de confianza y de esperanza ; es necesario el trabajo del hombre, pero luego se entra en una espera impotente, sabiendo que muchos factores serán determinantes para el buen resultado de la recogida y que el riesgo de un fracaso está siempre presente. Cuando cunde la sensación de fracaso conviene recordar esta parábola. La evangelización es generosidad y esperanza. - Señor, aumenta mi fe. Dios habla. Tiene ganas de decirse. Busca corazones abiertos donde depositar su semilla. Haz silencio para escuchar. Ru

El camino de la misericordia

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"Sígueme"   (Mt 9, 9)   Jesús va por la vida mirando con atención a todas las personas. Descubre en sus rostros la sed profunda que los habita. Nos sorprende que llame a un recaudador de impuestos, a un hombre considerado como ladrón, para formar parte de sus discípulos.   "Sígueme. El se levantó y lo siguió". Atrapado por las riquezas se sentía pobre. Desde que Jesús le miró su única riqueza fue amarle y seguirle. Llámame a mi también, Señor, y siéntame a tu mesa para comer contigo el pan de la misericordia.   “He venido a llamar a los pecadores” (Mt 9,13) Mateo era un pecador, un excluido, pero con el deseo vivo de la salvación. Jesús le rompió todos los esquemas .  Se interesó por él .   Jesús lo llama y le cambia la esclavitud del dinero por la libertad del seguimiento. Le abre las puertas de la comunidad, porque el amor rompe las fronteras entre buenos y malos. Mira cómo actúa Jesús: el misterio del pecad

La misericordia de Dios

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“Tiene mucho amor”   (Lc 7,47) Un fariseo y una mujer pecadora. Aquella mujer tenía mucho amor y lo derramó como un perfume a los pies de Jesús.  Contempla a la mujer en medio. La están fulminando con la mirada. Mira cómo cuida Jesús de los débiles, como sale a favor de una mujer tan condenada. Dile a Jesús con tus gestos que te perdone, que te devuelva la capacidad de amor perdida. La misericordia de Dios nos sostiene. Su perdón nos levanta constantemente, nos renueva, nos hace libres. No somos dignos, pero es su gracia la que nos salva. Quién soy yo para quitar la libertad a ningún ser humano. Quién soy yo para creerme con derecho a no perdonar a quien me haya ofendido. Si Dios nos ha dado la libertad y nos perdona siempre, quién soy yo para retener esa ofensa y encadenar a mi hermano. No tengas miedo a amar, que el mundo se salvará por la belleza. Padre de misericordia al que mucho ama mucho perdonas, porque

Él nos amó primero

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«Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.» (Lc 7,32) El corazón humano, ese cofre que alberga a todas las contradicciones que puedan darse. ¡Cuántas pataletas de niños chicos, ante el Señor y los hermanos, sin dejar a los otros ni bailar ni llorar! Pero Él sabe del barro que estamos hechos haciéndose cercano y amigo de nosotros 'borrachos, publicanos y pecadores'. Así somos muchas veces: ni escuchamos a Juan que nos pide la conversión y anuncia el juicio de Dios, ni escuchamos a Jesús que nos habla de un Dios que es amor, que acoge a pecadores, que come con ellos, que hace fiesta por el que regresa a casa. Cuando uno ha echado raíces en sus propias ideas y criterios y en su estilo de vivir, todo cambio nos resulta inaceptable. Preferimos ser agua estancada que agua corriente del río. Preferimos ser pozo manantial. Preferimos ser lo que fuimos a lo que podemos ser. Preferimos que el tiempo no pase, y para ello no arrancamo