"¿De quién será lo que has preparado?" (Lc12,13-21). ¿De quién es todo lo que vivimos? Esa es la gran pregunta que nos hace Jesús. Desde pequeños aprendemos a decir "mío". Nos convertimos en propietarios de todo, antes que disfrutones que comparten. Y con esa ensoñación pasamos gran parte de nuestra vida. Mi tiempo, mis cosas, mis amigos, mi familia, hasta decimos "mi Dios". Pero la vida y la fe va de "nuestro". El paso del "yo", al "nosotros" es la resurrección. Nacemos de nuevo cada vez que pensamos más en los demás que en nosotros mismos. Las herencias, la codicia, los bienes, los graneros…corrompen el corazón y desenfocan el sentido de la vida. Todo lo que tenemos son posesiones temporales que deben enfocarse a crecer y compartir en la vida. Son préstamos que ayudan a conquistar la riqueza para Dios. Es tan viejo como el hombre el deseo de acumular riquezas. Jesús, a este propósito, nos dice que quien obra así no es ...