Un inspector de hacienda llego a casa de un pobre sacerdote y le pregunto: "¿Que propiedades tiene usted?" El sacerdote contesto: "Soy muy rico! Primero, tengo VIDA ETERNA (Jn. 3, 16). Segundo, tengo una MANSION en el Cielo (Fil. 4, 7). Tercero, tengo PAZ (Fil. 4, 7). Cuarto, tengo el AMOR de Dios que nunca falla! (I Cor.1...3, 8). ¡Señor Jesús, que nuestra mayor riqueza seas SIEMPRE Tú! Desde el corazón tengo que responder Señor, que Tú no eres lo primero en mi vida. Hay otras cosas que antepongo a ti. Cuando te miro crucificado no puedo más que decir como Pablo: “Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio”. (1 Tm. 1,12) Es verdad, cuando uno experimenta en su vida la misericordia de Dios todo cambia. Ese encuentro con Cristo cambió la vida de Pablo y también la mía. Para todos hay por parte del Padre una oferta de salvación y vida en Cristo Jesús Nuestro Señor. Por eso ...