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Levántate.

  “No llores… levántate”   (Lc 7,11-17).  Jesús no pasa de largo ante el dolor. Se compadece de una viuda que había perdido a su único hijo. La consuela en sus lágrimas, y le devuelve a su hijo. Su profetismo no se queda solo en palabras, sino que da vida donde aparece el sufrimiento y la muerte. En Naín, la Vida tocó al cortejo de muerte. Cristo se inclinó hacia la viuda y el hijo resucitó: señal de que la aurora ya irrumpe. El Reino se acerca, la compasión vence al llanto. El Mesías ya camina entre nosotros. «Al verla se compadeció de ella» No se trata de tener lástima del que sufre, sino compartir el dolor para poder acompañar y decir con un corazón sincero "no llores", pero para eso la sinceridad de la mirada debe ser reflejo del silencio con el que acompañas tanto dolor. «No llores.», le pide que se pare todo un momento, quiere 'tocar' esa realidad de muerte y dolor, de soledad y pérdida para que todo sea diferente. La propuesta de Jes...

Levántate.

  «Contigo hablo, niña, levántate».   (Mc5,21-43).   A Dios le pedimos la solución de muchos de nuestros problemas. Y debemos hacerlo. Pero pide también, con insistencia, una fe cada vez más sólida. Sólo así, el Señor renovará nuestra vida. Dos situaciones de sufrimiento. Dos mujeres. Una niña hija de un jefe de la sinagoga. Está en las últimas. Una mujer que padece flujos de sangre. La vida se escapa. Jesús contiene. La niña se levanta con su voz: Talitha qumi. La mujer es sanada y salvada por la fe. Aquella mujer, después de haber perdido todos sus bienes en poner fin a su enfermedad, que la consume y la excluye social y religiosamente, encuentra en Jesús la salvación de su situación. Confía en que curará con sólo tocarle el borde del manto. Para Jesús es ejemplo de fe. «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). Conmigo hablas y me ayudas a levantarme. Cada vez que me caigo, cada pensamiento negativo que se convierte en maltrato a mí o...