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Mostrando entradas de junio, 2022

Perdonar, animar, amar

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  “¡Ánimo, hijo!,  tus pecados están perdonados…  «Ponte en pie,  coge tu camilla y vete a tu casa»” .   (Mt 9,1-8) Desde la desesperanza, se cree que Dios es tan incapaz como el ser humano. Sin embargo, quienes viven abiertos a su amor y han experimentado su obrar, afirman que Dios es omnipotente, en especial, manifestando su ternura, y que supera con creces todas nuestras expectativas. "Tus pecados te son perdonados". Hubiera sido más fácil curar al paralítico y largarlo de allí. Pero el perdón no larga, el perdón sana, cura y acoge. Él no te larga de su vida... No lo largues tú de la tuya. «¡Ánimo, hijo! tus pecados están perdonado s» En un mundo donde sólo importa lo físico, la apariencia externa, se nos olvida lo importante. Si no somos capaces de sanar nuestro corazón nuestras limitaciones físicas serán secundarias, ya que la felicidad nunca estará en nosotros.   «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». El perdón es la respuesta de Dios a toda la reb

Comparte tu fe

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   «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». (Mt 16, 13-19) Responder a esa pregunta con nuestra vida es lo que Jesús nos pide. Cuando alguien nos pregunta: ¿Quién soy para ti? Nos pregunta sobre qué espacio ocupa en nuestra vida. Jesús sabe que no se puede servir a dos señores. Ni se le puede seguir queriendo al mismo tiempo convivir con nuestros propios intereses. Por eso se alegra de la respuesta de Pedro: "tú eres el hijo de Dios". Hoy Fiesta de san Pedro y san Pablo. La fe cristiana es esencialmente encuentro con Jesucristo. Si creemos en Jesús verdaderamente, debemos tratar de comportarnos como Él: salir al encuentro de los demás, de quien está a nuestro lado, para compartir con ellos la verdad salvífica del Evangelio. El camino de la fe nunca es un paseo, sino que es exigente, a veces arduo: incluso los Santos Pedro y Pablo tuvieron que aprender a recorrerlo poco a poco hasta el final, especialmente en los momentos de prueba. A la pregunta de Jesús:

¡Qué poca fe!

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  "Jesús increpó vivamente a los vientos y al lago,  y sobrevino una gran calma".  (Mt 8, 23-27) “El milagro de la barca azotada por las olas nos hace ver que la fe es la que nos salva. La esperanza y la oración, la confianza y el abandono, tocan el corazón de Dios. Dios se hace presente, Dios da su paz, su compañía y su gracia a quien se la pide. Aprendamos de los apóstoles. Ellos hicieron todo lo posible por impedir que la barca naufragara y al mismo tiempo imploraron la ayuda del Señor. Jesús no nos quiere personas pasivas, de brazos cruzados, nos quiere instrumentos activos, responsables, pero a la vez, llenos de esperanza. Esta es la clave para afrontar las tempestades de la vida”. (Benedicto XVI) Jesús sube a la barca, y los discípulos lo siguen. Van detrás. En medio de la tempestad, cuando las olas fuertes de las preocupaciones nos sacuden, Jesús espera que lo despertemos. Seguirlo es confiar en él contra viento y marea porque la última palabra es suya Jesús,