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Mostrando las entradas etiquetadas como Cuentos para reflexionar.

¿QUIÉN SOY?

MARCOS 8, 27-35 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: -- ¿Quién dice la gente soy yo? Ellos le contestaron: -- Unos, Juan Bautista: otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: -- Y vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro le contestó: -- Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirles: -- El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se le llevó aparte y se puso a increparle. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: -- ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! ...

DE QUÉ TAMAÑO ES DIOS

“Un niño le preguntó a su papá: - ¿De qué tamaño es Dios? Entonces al mirar al cielo, su padre vio un avión y le preguntó a su hijo: -¿De qué tamaño ves aquel avión? El chico le dijo: -Es pequeño, casi ni se alcanza a ver. Entonces, el papá lo llevó al aeropuerto y al estar cerca de un avión, le preguntó: -¿Y ahora de qué tamaño dices que es? El chico le respondió con asombro: - ¡Papá, es enorme! El papá le dijo, entonces: - Dios es así. ¡El tamaño va a depender de la distancia que tú estés de Él! ¡Cuanto más cerca estés de Él, mayor será Él en tu vida!”. Las cosas cambian de tamaño según la distancia. Dios también. Cuando a Dios lo vemos desde lejos, Dios se achica en nuestro experiencia. Pero cuando a Dios lo vemos de cerca, en el templo de nuestro corazón, entonces Dios es grande. Dios crece en la medida en que nos acercamos a Él. ...

MADERA DE CEDRO

Hay una vieja leyenda alemana que nos habla de un monje llamado Bertram.  Había vivido durante muchos años en un monasterio, donde ejecutaba muy buenas obras de escultura porque era un artista.  Un día el abad le mandó que hiciera un Santo Cristo para el altar mayor: pronto les iba a visitar un Cardenal y sería gran cosa poder mostrarle esa imagen ya realizada y en su sitio. El pobre monje andaba un poco angustiado a causa de que no disponía de la madera adecuad a para esa importante talla.  "Si tuviera madera de cedro del Líbano...", se decía.  Pero es que en el taller sólo disponía de una madera de roble medio carcomida, y con eso, ¡a ver qué iba a hacer!  Nada, ni estatua ni nada.  Con cedro del Líbano ya sería otra cosa, pero de dónde sacaba él cedro del Líbano... Dando vueltas y más vueltas a estos pensamientos le venció el sueño y se durmió. Mientras dormía, narra la leyenda, ocurrió algo extraordinario.  Un ángel bajó...

El símbolo de la paz

Hace miles de años hubo en Asia dos príncipes enemigos que constantemente se amenazaban aprovechando el menor pretexto. Uno de ellos decidió declarar la guerra y ordenó a los habitantes de su nación que se prepararan para luchar. El otro príncipe aceptó el desafío. Sin embargo, como habían pasado más de quince años desde la última batalla, no recordaba dónde estaban guardadas su armadura y su ropa de combate. Cuando faltaba un día para el enfrentamiento pidió a su madre que le llevara su casco. La señora regresó con las manos vacías. —¿Por qué no lo trajiste? —le reclamó. —No pude cargarlo, pesa mucho —contestó ella. —Yo mismo iré por él. —No, por favor no lo toques —pidió la madre mientras le impedía el paso. —¿Cómo piensas que puedo ir a la guerra sin casco? —preguntó él. —Mira hijo, dentro de tu casco, que estaba en el patio trasero, una paloma hizo su nido, y dentro de él hay tres pequeñas crías. Las palomas son las aves de la paz...

Adviento, edificar sobre roca.

Un cuento. Jesús, como todo niño curioso, se había pasado la mañana mirando y remirando cómo su padre José, ayudado por Timoteo y Elán, construían la casa de Abisay y Débora, que se casaban después de la Pascua. Al volver a casa todo se cuenta a la Madre. Mamá, ¿a que no sabes lo que más les ha costado para construir la casa? Mamá, no adivina los pensamientos de mi Niño —con ese tonillo ingenuo para que se entienda lo contrario. Tardaron mucho en sacar la piedra del cimiento, porque estaba incrustada en la roca. Tenían que hacer palanca los tres, con una barra de hierro, para arrancarla. Cuando la sacaron del hoyo, todos aplaudimos. ¡Habían ganado! ¡Qué suerte han tenido, porque la casa se va a construir sobre roca! Así no se vendrá abajo nunca. Ya conoces las primeras palabras del Libro Sagrado. ¿Qué creó Dios el día tercero? ¿Por la mañana o por la tarde? Por la mañana. Reunió las aguas en el mar, y apareció la tierra firme. Y entre el mar y la tierra, ¿qu...

VER LA CARA…

Un rabino preguntó a sus estudiantes: ¿sabe alguno de vosotros cuándo termina la noche y comienza el día? Un estudiante respondió: “Cuando ves un animal en la distancia y sabes si es una oveja o un chivo”. Otro dijo: “Cuando ves un árbol en la distancia y sabes si se trata de un cerezo o una mata de plátano”. Cada uno de los estudiantes iba dando ingeniosas respuestas hasta que el rabino les dijo: “Dejadme que os dé yo mi respuesta.   La noche termina y el día comienza cuando miras a la cara de cualquier ser humano y ves la cara de tu hermano o hermana. Si no puedes hacer esto, no importa la hora del día, todavía vives en la noche”. Adviento es tiempo de distinguir a Jesucristo, Príncipe de la luz, rostro del hermano, entre los demás príncipes de este mercadillo humano. Todos hemos visto, alguna vez, uno de esos pintores que hacen retratos rápidos de las personas en la calle.  Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas malolientes....

El libro de oraciones.

“Un pobre campesino, que regresaba del mercado a altas horas de la noche, descubrió de pronto que no llevaba su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y estaba afligido pensando que aquel día no iba a recitar sus oraciones. Entonces rezó de esta manera:  “Señor, he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración.  De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las oraciones, pueden juntar la letras y formar esas oraciones que soy incapaz de recordar”. Y el Señor dijo a sus ángeles:”  “De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”.  (Un cuento hasídico)

El Silencio de Dios

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, encargado de cuidar una ermita en la que había una cruz muy antigua a la que acudía mucha gente para orar. Un día el ermitaño Haakon, se arrodillo ante la cruz y dijo: Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu lugar, quiero reemplazarte en la cruz. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras: Amado hijo, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición. ¿Cual, Señor?, preguntó Haakon. ¿Es una condición difícil? ! Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!, respondió el viejo ermitaño. Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de permanecer siempre en silencio. Haakon contestó: Os, lo prometo, Señor! Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el cambio. Nadie reconoció al ermitaño, colgado en la cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo ...

Esa semilla

Dijo una semilla:  "Imítame. Húndete bajo tierra, no esperes aplausos.  Trabaja en el silencio y, como yo lo hago, cubre los campos con plantas, flores y frutos." Dijo el sol:  "Sonríe, déjate ver, ilumina, da calor, sólo así, como yo lo hago, cubrirás tu vida y los campos con plantas, flores y frutos.  Imítame." Dijo la nube:  "Deja caer la lluvia, fecunda los campos y haz que la Tierra se cubra de plantas, flores y frutos.  Imítame." Dijo un gorrioncillo que lo anteri or oía:  "Húndete como la semilla, sonríe como el sol, suda como la nube...  De esas tres entregas unidas, surgen las plantas, las flores y los frutos que embellecen el ambiente y dan pan a los seres vivientes.   “Nosotros” es la palabra clave, el “yo” es odioso." Y agregó el gorrioncillo:  "Sé como Dios.  El está en todas partes -en la semilla que se hunde, en el sol que sonríe, en la nube que llora; sin embargo, es invisible." Al oí...

“El ojo, sin duda, ha perdido el juicio”.

  “Dijo el ojo a sus compañeros:  veo más allá de esos valles un montaña envuelta en nubes.  ¡Qué montaña más solemne!  A lo que el oído respondió:  “pues yo no oigo su voz”. Por su parte, añadió la mano:  pues yo no puedo tocarla.  Así que esa montaña no existe. Intervinieron las narices.  Nosotras no aspiramos su perfume.  Luego no debe existir tal montaña. Mientras el ojo seguía contemplando la belleza de la montaña,  los demás sentidos se reunieron a deliberar,  qué motivos habría tenido el ojo para tratar de engañarles.  Discutieron entre sí y llegaron a la conclusión:  “El ojo, sin duda, ha perdido el juicio”. Khalil Gibran