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VER LA CARA…


Un rabino preguntó a sus estudiantes: ¿sabe alguno de vosotros cuándo termina la noche y comienza el día?
Un estudiante respondió: “Cuando ves un animal en la distancia y sabes si es una oveja o un chivo”.
Otro dijo: “Cuando ves un árbol en la distancia y sabes si se trata de un cerezo o una mata de plátano”.
Cada uno de los estudiantes iba dando ingeniosas respuestas hasta que el rabino les dijo: “Dejadme que os dé yo mi respuesta. 

 La noche termina y el día comienza cuando miras a la cara de cualquier ser humano y ves la cara de tu hermano o hermana. Si no puedes hacer esto, no importa la hora del día, todavía vives en la noche”.
Adviento es tiempo de distinguir a Jesucristo, Príncipe de la luz, rostro del hermano, entre los demás príncipes de este mercadillo humano.
Todos hemos visto, alguna vez, uno de esos pintores que hacen retratos rápidos de las personas en la calle. 

Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas malolientes. 
A pesar de su aspecto desastroso fingió gran dignidad. 
El pintor le dedicó más tiempo del normal y cuando terminó le presentó al hombre su retrato.
“Ese no soy yo” dijo, sorprendido, el borracho cuando se vio bien vestido y sonriendo en el retrato. 

 Y el pintor le contestó: 
“Pero ése es el hombre que usted todavía puede llegar a ser”.
La Palabra de Dios al comenzar el adviento te dice: tú puedes cambiar, tú puedes llegar a ser otro.

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