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En camino

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  "El que cree en mí,  también él hará las obras que yo hago."   (Jn 14,7-14). El evangelio nos habla del conocimiento de Dios y de la eficacia de la fe. La apertura hacia el Padre está condicionada al conocimiento de Jesús porque –como atinadamente y muy poco antes lo acaba de afirmar– Él es « el camino, la verdad y la vida » (Jn 14, 6). Si anteriormente fue Tomás quien pregunta, ahora es Felipe el que pide: « Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta ». No es posible “ver” a Jesús en su íntima y real identidad sino por medio de los ojos del corazón. Sólo a través de ellos podremos alcanzar una auténtica y más profunda comprensión de su inseparable condición humana y divina. Jesús revela el rostro oculto y misterioso del Padre. Por eso dirá: “quién me ha visto a mí, ha visto al Padre". Algo parecido debiera suceder entre nosotros y Jesús: por nuestra identificación con él, debiéramos de traslucir cómo es el Señor y cómo se desborda en amor con todos. Cre

Da sabor y alumbra

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  “Alumbre vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras  y den gloria a vuestro Padre”   (Mt 5,13-16). Los discípulos de Jesús son fermento de una nueva sociedad cuando en su modo de obrar dejan pasar la luz del Padre. Intenta que tus obras reflejen la luz de la fe que llevas dentro. Te glorifico, Padre, por las obras buenas que hoy has sembrado en el surco del mundo. "Sois la sal de la tierra y la luz del mundo". Somos sal cuando damos sabor donde estamos. Se sala cuando se estima a los demás. Somos soso cuando ocultamos los talentos. Ser sal que sala, que da sabor, que saca los mejores sabores de los alimentos. Ser, también, sal que conserva, que prolonga la vida de los alimentos. Ser sal, también, con la que se paga el salario o el trabajo realizado. Ser sal que pone sabor a la vida y las relaciones. Somos luz cuando iluminamos oscuridades. Se deslumbra cuando se pretende ser centro y fin apagando las luces de los demás. En su justa medida,