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Llamados a perdonar

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  «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra»… “Tampoco yo te condeno”   (Jn 8,1-11). Los motivos de la acusación por parte de los escribas y fariseos no son, por supuesto, sinceros. Lo que en realidad buscan al llevar a esta mujer ante Jesús es « ponerle una trampa y poder acusarlo ». Jesús tiene un encuentro con una mujer pecadora y con sus acusadores. Con la persona y con la ley. Con la oportunidad de conversión y con la norma sin preguntas. Su opción es clara por el perdón, por la mujer, por la persona, por la oportunidad.   «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra» Estamos dispuesto a tirar la piedra al primer pecador que pasa por nuestro lado, esa piedra es el juicio negativo, la crítica despiadada que no ayuda a corregir sino que hunde a la persona y no damos ocasión a su redención. Todos somos pecadores. Todos. Antes de acusar, mira en tu corazón. Aprende a perdonar. «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». Que una ley di

Crece y germina

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  "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto". (Jn12, 20-33).   Un grupo de griegos acuden a Felipe porque querían ver a Jesús. Aquella fue ocasión para que el Señor mostrara la verdadera dimensión de su acontecimiento redentor: "cuando yo sea levantado sobre a tierra, atraeré a todos hacia mí". Rasgo distintivo del discípulo es el servicio. Jesús se siente como un grano de trigo, ni siquiera una espiga. Y descubre que el destino del grano es caer a tierra, morir. Para no quedar solo. Y dar mucho fruto. ¡Cuánto nos cuesta asumir esta gran sabiduría! Jesús sabe bien que él es ese grano de trigo que va ser enterrado. Ha llegado la hora. Algo tan sencillo como el proceso de una semilla que se convierte en árbol, espiga, planta, le sirve a Jesús para explicar qué es la vida. Si nos mezclamos con la realidad, si la abrazamos, si somos inmersivos, la vida crece, nosotros crecemos, damos vida. Si el miedo nos ha

Autoridad

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  "La gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta »". (Jn7,40-53). Entre en asombro y la incredulidad. Así se sentían los que se acercaban a aquel galileo que hablaba de Dios con familiaridad y realizaba prodigios desde la sencillez de quien cumple la voluntad de Dios. Él y sólo él habla con autoridad: lo que dice se cumple, lo hecho se explica. El evangelio nos muestra la tensión progresiva que vivió Jesús en sus últimos días. Se dividían entre discípulos y detractores. No dejaba indiferente a nadie. Impresiona la paz y la confianza con la que Jesús afronta su aparente fracaso. No huye, no se vuelve iracundo, no se aleja de Dios. No reprocha nada a los discípulos. Es un hombre movido por un amor que lo lleva hasta el extremo. «Jamás ha hablado nadie como ese hombre» . Su Palabra es tan nueva entonces como ahora. Jesús se propone como la verdadera Palabra que transforma la vida. Su Palabra está llena de ternura. Él tiene pala