"No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el Reino". (Lc 12, 32-48) La inminencia de Cristo nos llama a la vigilancia activa y al corazón puro. Vivir con esperanza, desprendidos, sabiendo que el verdadero tesoro está en el cielo. Vivamos como quien va de viaje, de paso por esta tierra, sin apego por las cosas caducas, ligeros de equipaje. Y actuemos siempre en consecuencia con nuestra fe. Es muy importante saber cuál es nuestro tesoro, qué ocupa el centro de nuestra vida, por qué me muevo, busco, lucho y existo. Según sea el tesoro así será el latir de nuestro corazón. Es el centro de nuestra vida, lo que nos mueve, desde donde decidimos, nos movemos y actuamos. Elijamos bien el tesoro, hagamos de ello sentido de nuestra vida. Es importante dedicarle tiempo a la elección y poner en ello el corazón. Tenemos una misión, guardar el tesoro y mostrarlo para que otros muchos hagan de Él el tesoro que mueva su vida, que ocupe el centro de su vida, de su...