Pasáis por alto el derecho y el amor de Dios” (Lc 11, 42). Jesús denuncia dos deformaciones religiosas de su época: la vanidad y la hipocresía. Se esmeran en el cumplimiento externo, pero esconden un corazón del que ha desaparecido la justicia y el amor. “Haznos vivir nuestra vida, no como un juego donde todo se calcula, no como una competición donde todo es difícil, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor” (Madeleine Delbrel). «¡Ay de vosotros que abrumáis a la gente con cargas insoportables!» (Lc 11,46). Un hermano que había pecado fue echado de la iglesia por el presbítero; y ‘abba’ Besarión se levantó y salió con él diciendo: «Yo también soy un pecador»… Una vez, en Scete, un hermano cometió una falta. Tuvieron consejo y decidieron convocar al ‘ab...