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Mostrando las entradas etiquetadas como riquezas

Él lo puede todo

  "Es imposible para los hombres,  pero Dios lo puede todo"   (Mt 19, 23-30) Esta fue la respuesta de Jesús ante la pregunta: Entonces ¿quién puede salvarse? Aún estaba en la mente de los judíos de tiempos de Jesús la idea de que la salvación se lograba por el esfuerzo personal. El Señor se desmarca de esa idea y señala como único Salvador al mismo Dios.   Abandónate con gozo en los brazos de un Dios que nunca se deja ganar en generosidad y que nos llama a la verdadera libertad para heredar la vida eterna. Merece la pena seguir a Jesús.   Jesucristo vive. Es una persona que continúa viva con la que se establece una relación personal. Seguirle es la mejor opción que podemos hacer en esta vida. Dios no entra en un corazón que no le abre la puerta. Dios no entra en un corazón que está lleno de otras riquezas. Se queda fuera, esperando. Haz la experiencia de buscar a Dios sin nada, en silencio, en soledad. Déjale abierta la puerta de tu corazón. Ora para que Dio...

Ir con él

  "Si quieres ser perfecto,  vende tus bienes,  así tendrás un tesoro en el cielo"   (Mt 19, 16-22) El joven rico buscaba vida eterna, pero su corazón estaba atado al oro. Cristo nos recuerda: la perfección está en soltar lo efímero y seguirle.   El Señor exige almas libres, pobres en lo visible pero ricas en lo eterno.   “Vente conmigo” Jesús te invita a ir con él, para remar mar adentro en busca de aguas más profundas. Te llama a ir más allá de lo que puedas hacer de bueno; te ofrece su presencia de amigo. La observancia de leyes no te da la madurez, te la da el encuentro con Jesús y con los demás.  En la intimidad puedes conectar con lo que Jesús vive y con su modo de vivir las cosas. Conocer a Jesucristo es el inicio de seguir sus huellas. Es imposible conocerle y quedarnos estáticos.   Lo bueno es lo que nos impulsa a seguir. El tesoro que nunca se gasta y se renueva cada día con semillas de bondad,de bien,de justicia y solidaridad. ...

Ricos ante Dios

  "¿De quién será lo que has preparado?"   (Lc12,13-21). ¿De quién es todo lo que vivimos? Esa es la gran pregunta que nos hace Jesús. Desde pequeños aprendemos a decir "mío". Nos convertimos en propietarios de todo, antes que disfrutones que comparten. Y con esa ensoñación pasamos gran parte de nuestra vida. Mi tiempo, mis cosas, mis amigos, mi familia, hasta decimos "mi Dios". Pero la vida y la fe va de "nuestro". El paso del "yo", al "nosotros" es la resurrección. Nacemos de nuevo cada vez que pensamos más en los demás que en nosotros mismos. Las herencias, la codicia, los bienes, los graneros…corrompen el corazón y desenfocan el sentido de la vida. Todo lo que tenemos son posesiones temporales que deben enfocarse a crecer y compartir en la vida. Son préstamos que ayudan a conquistar la riqueza para Dios. Es tan viejo como el hombre el deseo de acumular riquezas. Jesús, a este propósito, nos dice que quien obra así no es ...