El joven rico buscaba vida eterna, pero su corazón estaba atado al oro. Cristo nos recuerda: la perfección está en soltar lo efímero y seguirle. El Señor exige almas libres, pobres en lo visible pero ricas en lo eterno.
“Vente conmigo” Jesús te invita a ir con él, para remar mar adentro en busca de aguas más profundas. Te llama a ir más allá de lo que puedas hacer de bueno; te ofrece su presencia de amigo. La observancia de leyes no te da la madurez, te la da el encuentro con Jesús y con los demás. En la intimidad puedes conectar con lo que Jesús vive y con su modo de vivir las cosas. Conocer a Jesucristo es el inicio de seguir sus huellas. Es imposible conocerle y quedarnos estáticos.
Lo bueno es lo que nos impulsa a seguir. El tesoro que nunca se gasta y se renueva cada día con semillas de bondad,de bien,de justicia y solidaridad. Un tesoro donde cabe el cariño sincero, gratuito, fiel y entusiasta. No hay opción a la tristeza ni la exclusión.
"El joven se fue triste, porque era muy rico" La tristeza no siempre tiene su origen en una circunstancia adversa. Puede darse por estar uno atado a tantas cosas que resulta imposible avanzar hacia ideales más elevados. Cuando Jesús llama a seguirle, no habrá respuesta positiva sin desprendimiento. Y no seguirle da tristeza.
La Virgen María no se fue triste, sino que dijo sí y se convirtió en la madre de Jesús, mostrando la alegría del desprendimiento y la confianza en Dios.
Ora en tu interior para que Dios te dé la libertad de desprenderte de lo material y seguirle con un corazón generoso y dispuesto.
Virgen María, Tú dijiste “sí” sin reservas, entregaste todo tu ser a Dios, y encontraste en Él tu mayor riqueza. Enséñanos a confiar como tú, para que nunca nos alejemos tristes, sino que sigamos a Cristo con amor. Amén.



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