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Ir con él

  "Si quieres ser perfecto,  vende tus bienes,  así tendrás un tesoro en el cielo"   (Mt 19, 16-22) El joven rico buscaba vida eterna, pero su corazón estaba atado al oro. Cristo nos recuerda: la perfección está en soltar lo efímero y seguirle.   El Señor exige almas libres, pobres en lo visible pero ricas en lo eterno.   “Vente conmigo” Jesús te invita a ir con él, para remar mar adentro en busca de aguas más profundas. Te llama a ir más allá de lo que puedas hacer de bueno; te ofrece su presencia de amigo. La observancia de leyes no te da la madurez, te la da el encuentro con Jesús y con los demás.  En la intimidad puedes conectar con lo que Jesús vive y con su modo de vivir las cosas. Conocer a Jesucristo es el inicio de seguir sus huellas. Es imposible conocerle y quedarnos estáticos.   Lo bueno es lo que nos impulsa a seguir. El tesoro que nunca se gasta y se renueva cada día con semillas de bondad,de bien,de justicia y solidaridad. ...

No hay excusas

  "¿Qué tengo que hacer de bueno  para obtener la vida eterna?"   (Mt 19,16-22). La vida eterna no la adquirimos a base de méritos. No es un premio que Dios reparte, o el final de un concurso si respondemos bien a todas las preguntas. La Vida es Jesús. Quién tiene al Hijo, tiene la vida. Lo que Jesús le pide al joven rico es que descubra que todo lo que anhela y desea lo tiene frente a él. Y en vez de seguirle, elige la tristeza de sus apegos, méritos, y logros. "¿Qué me falta?" para ser feliz, para vivir el proyecto de Dios. Jesús responde: deja todo, pon a Dios en el centro de tu vida, atiende a los pobres y sígueme, confía en mí, no te alejes, camina a mi lado. “Ven sígueme" Es la invitación del Señor que fundamenta el discipulado. Con verdad se puede decir que ser cristiano consiste precisamente en   seguir al Maestro, es decir, vivir a la manera del Señor, vivir los valores que Él vivió, y luchar por lo que motivos por los que Él entregó la vida. ...

Todo lo puedo...

  “Os aseguro que difícilmente entrará  un rico en el reino de los cielos”   (Mt 19,23-30) Dios no entra en un corazón que no le abre la puerta. Dios no entra en un corazón que está lleno de otras riquezas. Se queda fuera, esperando. Haz la experiencia de buscar a Dios sin nada,  en silencio, en soledad. Déjale abierta la puerta de tu corazón.     “El que por mí deja casa, hermanos...  recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” Cuando uno se pone al servicio de Dios  y de los demás y se entrega a ellos,  se recibe siempre más de lo que se da. No falla. Ésta es mi experiencia. El único evangelio que algunos leerán en toda su vida  será el que vean y lean en nuestra vida. Le pedimos hoy a Nuestra Madre del Cielo  que nos ayude a “soltar” cuanto nos aparta de su Hijo Jesucristo.   Te hago sitio, mi Dios. Tú eres mi riqueza. Señor, aquí está mi vida, tuya soy;  haz de ella un canal que de...