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Mostrando las entradas etiquetadas como Domingo II Cuaresma

"Elegidos".

  "Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor." (Lc 9,28-36). Jesús sube al monte a orar. Es un momento de ascesis, de ascenso al encuentro con Dios. Allí se produce la transfiguración. La nube de la santidad de Dios envuelve y produce temor. No se puede atrapar a Dios en un efímero bienestar. Somos llamados a bajar con Él. Volvemos una y otra vez a la bendita insistencia en el orar. Tan vital como el respirar, cómo el oír la voz de un sanitario especialista, que da un diagnostico a unos síntomas. Orar es dejar nuestras miradas y pensamientos que parten de la carencia y adentrarnos en espacios de abundancia y de luz. Somos los hijos que Dios llama "Elegidos". Sabernos elegidos es sabernos valorados del todo y destinados a tener descendencia. Que es mucho más que herederos de un apellido. Es despertar a la eternidad y a la abundancia del amor de Dios. ¿Por qué la Transfiguración?   Porque necesitamos vivir de ...

Estar con Él

  "Este es mi Hijo, el amado,  en quien me complazco.  Escuchadlo."   (Mt 17, 1-9) Como a los discípulos, Jesús nos invita al Tabor, a subir con él a la montaña, a una experiencia gozosa de Dios, a contemplar, despiertos, la manifestación del Padre. Su Transfiguración nos da fuerza y coraje para seguir adelante y ser consecuentes en la vida con nuestra fe. El domingo nos trae la luz y la paz de la Eucaristía. ¡Siente cómo te da fuerzas para toda la semana! ¡Tiempo al Sagrario! Tiempo para permitir que los rayos de su Divinidad disipen nuestras tinieblas y nos transfiguren en la luz que emana de su Sacratísimo Corazón. Sal de ti, como Abrahan. Que te sorprendas, como Pedro. Y no dejes de escuchar las palabras del Hijo amado : "Levántate, no temas" . Entonces, tu Cuaresma estará siendo fecunda en este camino hacia la Pascua. Del Tabor a la cruz, pero con Jesús. Jesús sube a un monte alto con tres discípulos. Lugar de encuentro y manifestación. Transfiguraci...

La luz de Dios

  «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!» (Lucas 9, 28-36) Domingo de la transfiguración. En la cima del monte es donde siempre se posa el primer rayo de luz. Vivir es la fatiga y la alegría de liberar toda la luz y la belleza que Dios ha depositado en nosotros. (Ermes Ronchi) En el monte se produce un encuentro único y transformador de Jesús con Dios, su vida se llenó de luz, una luz que lo transformó de tal manera que aquellos discípulos lo vieron como alguien completamente nuevo. El encuentro con Dios fue totalmente transformador. @Pontifex_es. Como los discípulos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza de rezar, de mirar dentro de nosotros y dedicar tiempo a los demás. El motor de nuestra vida es la esperanza. No todo es oscuridad y temor. Pero para notar esa luz que cambia, debemos estar atentos, despiertos, pendientes. Abre tu corazón y déjate transformar...