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Mostrando las entradas etiquetadas como BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Escuchar

    "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco,  y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna."   (Jn 10,20-22). Jesús tiene un duro diálogo con los judíos en el pórtico de Salomón. Ellos denuncian que es mal judío. Él les echa en cara que no creen porque no son de sus ovejas. Dos cualidades son propias de sus ovejas: 1. Mis ovejas "escuchan mi voz". 2. "Me siguen". ¿Somos de los suyos? La falta de fe no se cambia por explicaciones ni pruebas. Es necesario un encuentro con Jesucristo. Escuchar su palabra. Acoger su gracia. Dejar que nos introduzca en su rebaño y nos dejemos llevar por su voz entre otras voces persuasivas, pero no de vida. "Mis ovejas escuchan mi voz", es la clave para nuestro proyecto de vida con Él. Escuchamos su voz, le seguimos, sabemos que nos conoce, nos quiere, nos ama. Escuchar su voz en la Palabra, con claridad y aceptando la radicalidad de la misma.   Su voz clama desde la raíz del hombre y la muje...

Trabajador

  ¿No es el hijo del carpintero?     ( Mt 13, 54-58) La pregunta por la identidad de Jesús no señala el interés en la búsqueda sino el prejuicio para reconocer al Hijo de Dios en el hijo del carpintero: aceptar al Señor, lleno de poder y majestad, entre los sencillos y pequeños de su pueblo. El grande entre los "pobres de Yahvé". Hijo de José. Hijo de María. Así tú, Señor, en tu humanidad divina. Un padre carpintero. Trabajador. En la sencillez de cada día. Una madre llena de gracia. Que se alegra con las maravillas que Dios hace en ella, y las proclama. Ese mes de María comienza con José. Que toda nuestra vida sea alegría y júbilo. Como lo fue para José y María. Tus padres. No reconocen la sabiduría de Jesús sus paisanos porque es hijo de un carpintero. Una actividad artesana. El trabajo dignifica, se realiza la persona y se humaniza la sociedad. Es necesario que se respeten los derechos laborales y que se cuiden a los trabajadores. Nos dirigimos a ti, oh bendito...

En silencio con María

  «Tomaron el cuerpo de Jesús  había un sepulcro nuevo y pusieron allí a Jesús»   (Jn 19,40-42) En el silencio que produce la muerte de alguien que has querido como a ti mismo, que te ha querido incluso cuando tú no te querías. La pena que te deja sin vida, la mirada sin futuro. ¿Y ahora qué?   Hoy nos unimos al mundo que sufre en silencio. A los que esperan sin certezas. A los que aman sin respuestas. Este es su día. Sábado Santo de silencio, meditación y calma. Callaron los golpes, gritos y jaleos. El dolor y el sufrimiento quedaron atrapados en la cruz. Las gentes se dispersaron y ahora solo se escucha la soledad y el vacío. Con María vivimos la decepción, incomprensión y espera.  Oh María, Tú eres la Madre de la esperanza. Tú viviste el Sábado Santo dando esperanza a los discípulos perdidos y desilusionados. Tú obtienes para ellos y para nosotros el consuelo de la esperanza,  lo que se podría llamar "consolación del corazón". María, su Madre...