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Mostrando las entradas etiquetadas como Parábolas

Bienaventurado

  "Invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos;  y serás bienaventurado,  porque no pueden pagarte."   (Lc14,1.7-14). Hoy Es importante y necesario situarnos bien en la vida. Saber el puesto que tenemos en las relaciones. Conocer el lugar que nos corresponde en las organizaciones. Seremos sencillos y creceremos en humildad, que no es más que la verdad de lo que somos. Comencemos, de nuevo, a vivir plenamente la virtud de la humildad. Dejar de mirarnos el ombligo, de pensar siempre en nuestras propias necesidades… La humildad es ser libre de uno mismo. Quien se engrandece parece no haber encontrado nada más interesante que sí mismo. Pero quien ha comprendido que es muy valioso a los ojos de Dios, tiene cosas más grandes de las que gloriarse y posee una dignidad que brilla por sí sola.   "Invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte." Hoy nos invitas a amar la imperfección. Nos pasamos la vida en la autoexigencia de...

"Traje de fiesta"

  "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo"   (Mt 22,1-14)  Hoy Jesús compara el reino de los cielos con un banquete de bodas. Unas bodas a las que todos somos invitados. Unos rechazan la invitación; otros ponen escusas para no acudir. Pero el rey insiste en invitar a todos en los cruces de los caminos. Él está esperando siempre, la mesa está preparada, la boda (el encuentro) se van a celebrar, el amor nos convoca.  Conviérteme en pregonero de tu fiesta,  Dios mío, donde hay flores y danzas, pan para todos. La invitación es personal. Es un privilegio sentarnos en su mesa. No es una banquete cualquiera, es una boda. Una celebración del amor, del encuentro, de algo nuevo, de un proyecto de vida. No obstante, no es suficiente con asistir a la boda. Lo procedente es asistir con el traje adecuado. Con un corazón dispuesto con fe y con obras que reflejen ese amor recibido. Y el “traje de fiesta” no es otra cosa que vivir con sencill...

Contratados para trabajar en su viña.

  "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer  salió a contratar jornaleros  para su viña"   (Mt 20, 1-16) Esta parábola nos enseña la generosidad de Dios. Nos cuesta entender el reino de los cielos con nuestros parámetros humanos. Nos cuesta aceptar la infinita misericordia de Dios al compararla con nuestra cicatería. Incluso nos atrevemos a tachar de injusto a Dios. Agradezcamos haber sido contratados para trabajar en su viña. Cuando nos creemos dioses, olvidamos quien es Dios. Cuando no entendemos que somos jornaleros, olvidamos quien es el propietario. Cuando nos creemos justos, olvidamos que significa misericordia. Y Dios nos recuerda quienes somos para que entendamos que él llama y paga. Acoge en tu corazón la invitación que te hace Jesús. Hay mucho que servir en medio de la comunidad. Ponte el delantal y empieza. Quiero trabajar en tu viña, Señor.  Quiero servir a mis hermanos.  ¡Gracias por contar conmigo! "¿Vas a tener t...

La lámpara de la fe

  "El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas  y salieron al encuentro del esposo"   (Mt 25,1-13)   Hoy celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) Siendo judía se bautizó y consagró como carmelita. En tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en el campo de exterminio de Auschwitz, murió en la cámara de gas. Santa Edith Stein nos muestra que la verdad nos encuentra cuando la buscamos con el corazón abierto. Que su testimonio nos inspire a vivir con la lámpara de la fe siempre encendida, incluso en medio de la noche. La parábola de las diez vírgenes nos recuerda la importancia de estar siempre preparados para la venida del Señor. Diez vírgenes, cinco necias y cinco prudentes. Lámparas con aceite y sin él. Un esposo que tarda, y llega a medianoche. Son sorprendidas cuando menos esperan, unas con luz y otras sin ella. Vivir velando iluminados p...

Enséñame

    “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón  y con toda tu alma y con toda tu fuerza”  y con toda tu mente.  Y “a tu prójimo como a ti mismo”.   (Lc 10,25-37). Es simple. Amar a aquel de quien lo recibimos todo. Y compartir gratis lo que gratis recibimos. Para ello hay que volver a nacer. Morir a una vida donde yo soy el que mando y resucitar a volverme acogida de sus dones. Cambiar de sistema operativo. Dejar de sentirnos protagonistas de todo y ceder ese puesto al que nos hace a todos uno. Estando atentos a las necesidades del otro. Haz eso y vivirás. Si realmente queremos alcanzar la vida eterna, no podemos imitar a los que son insensibles ante el dolor ajeno, los que dan un rodeo por no detenerse ante los abandonados en las cunetas de la vida. Imitemos al buen samaritano, conmovido por el dolor y lleno de misericordia. ¿Quién es prójimo? «El que practicó la misericordia con él» Ser prójimo es mirar con compasión al que sufre, al que tiene una ...