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Mostrando las entradas etiquetadas como gratuidad

Bienaventurado

  "Invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos;  y serás bienaventurado,  porque no pueden pagarte."   (Lc14,1.7-14). Hoy Es importante y necesario situarnos bien en la vida. Saber el puesto que tenemos en las relaciones. Conocer el lugar que nos corresponde en las organizaciones. Seremos sencillos y creceremos en humildad, que no es más que la verdad de lo que somos. Comencemos, de nuevo, a vivir plenamente la virtud de la humildad. Dejar de mirarnos el ombligo, de pensar siempre en nuestras propias necesidades… La humildad es ser libre de uno mismo. Quien se engrandece parece no haber encontrado nada más interesante que sí mismo. Pero quien ha comprendido que es muy valioso a los ojos de Dios, tiene cosas más grandes de las que gloriarse y posee una dignidad que brilla por sí sola.   "Invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte." Hoy nos invitas a amar la imperfección. Nos pasamos la vida en la autoexigencia de...

Nuevos criterios

“Id también vosotros a mi viña”.   (Mt 20,1-16). Somos llamados a trabajar en la viña de Dios, no tanto por la producción o la necesidad, sino para que descubramos la confianza que nos tiene. Llama porque lo necesitamos, no porque nos necesite. Y esa mirada confiada y valorativa la mantiene siempre. Nos ama siempre, nos quiere siempre, nos llama siempre. Ojalá que no seamos como los protagonistas del Evangelio que se quejan por la generosidad de Dios. No nos comparemos con la entrega de los demás, agradezcamos el amor que cada persona da. Paradojas de la vida; y también del evangelio. El afán por ser los primeros puede terminar con la consecución del último puesto. Sin embargo, el amor vivido desde los últimos puede alzarnos hasta los primeros. Entender la vida de otra manera nos llevará a no entender nada. Nos cuesta aceptar lo gratuito y, en vez de alegrarnos con la bondad de Dios, su generosidad y libertad nos desconciertan. Pidamos al Señor que cambie nuestros criterios...

Esperando y sirviendo

  «Somos unos pobres siervos,  hemos hecho lo que teníamos que hacer.»   (Lc 17,7-10). Jesús nos enseña el antídoto al veneno de la soberbia. Nos vemos tentados a caer en la apropiación indebida del éxito o de los afectos. Claro que podemos disfrutar y celebrar las alegrías de la vida. No quiere Dios la autoflagelación ni que enterremos los talentos que él mismo nos ha dado para brillar. Lo que no es sano es la competitividad, la comparación, el egoísmo. La soberbia desprecia la pequeñez. Dios la ama. Existe la pretensión generalizada de atribuirse a uno mismo los éxitos y culpar a los demás de los fracasos. Necesitamos una cura de humildad para hacer nuestra la expresión evangélica: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer". Sólo la humildad nos eleva. «Hemos hecho lo que teníamos que hacer» En una cultura donde se premia a quien no hace lo que debe, se nos recuerda que la vida ha de estar llena de pequeñas cosas en las que mostram...