«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». (Lc 2,41-52). Hemos hecho de la Navidad una "fiesta de la familia". Y la familia, con todas sus ambigüedades, ha terminado por tragarse la Navidad. Conviene recordar que no es la familia la que salva al ser humano, sino el niño nacido en Belén. La familia también está necesitada de redención. Vamos con la fiesta de la Sagrada Familia. En una sociedad de vínculos frágiles, que no dejemos de defender el amor que aprendemos en el evangelio como fuente de nuestros vínculos, entrega, fidelidad y compromiso. Si la familia cristiana es el santuario de la vida, el lugar donde la vida es concebida y cuidada, es una contradicción tremenda cuando se convierte en lugar donde es rechazada y destruida (Papa Francisco). El gran rasgo de la familia es la diversidad. El elemento que da consistencia es la unidad en la diversidad. Esto requiere de unos valores claros: respeto, e...