“Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11,20). Confundir la acción de Jesús con la de Belzebú es estar lejos de la verdad. Por aquí anda el pecado contra el Espíritu: decir que Jesús no traía salvación sino demonio. Un engaño en el que no se es capaz de descubrir el paso de Dios por la vida. Se desparrama el bien, la belleza y la verdad. Estar de parte de Jesús y reconocerlo requiere discernimiento La falta de discernimiento genera confusión, injusticia, división y violencia. Cuando caminamos juntos, el Evangelio es como una luz encima del candelero. ¿Dónde estás? ¿Con quién estas? Dios nos quiere muy unidos a Él. ¿Realmente lo estás? ¿O solo “de boquilla”? Ante la impaciencia humana, Dios se vuelve paciencia infinita. Ante nuestro pesimismo, Dios se vuelve renovada esperanza. Ante nuestros desvaríos, Dios se vuelve derroche de miserico...