"Él había de resucitar de entre los muertos." (Jn 20,1-9). Feliz Pascua de Resurrección. Hoy acogemos toda la vida de Jesús y nos unimos a su alegría. La muerte le ha despojado de todo, pero la misericordia de Dios le ha devuelto todo con creces. Nadie nos puede quitar nada. Nuestra identidad es ser hijos de Dios. Y en esa identidad se incluye la inmortalidad. No vivamos ya en la escasez, en el cálculo, en la dosificación. Hoy inauguramos la sobreabundancia de Dios. Amor sin límites, vida sin límites, alegría que nada ni nadie nos puede quitar. Vivamos la Pascua con la misma intensidad que lo que sufrimos. Señor, abre nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón, para reconocer tu presencia en todas las circunstancias de nuestra vida. María Magdalena fue al sepulcro al amanecer. Aún estaba oscuro, pero la luz del Amor la iluminaba. Vio la losa quitada y brotó en ella la esperanza. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, conta...