«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». (Jn 8,1-11). El evangelio nos presenta el episodio de la mujer sorprendida en adulterio. Mientras los escribas y fariseos quieren lapidarla, Jesús devuelve a esta mujer la belleza perdida y escribe para ella una nueva historia. La mujer sorprendida en flagrante adulterio viene sola, señalada, acusada y condenada. Los hombres la tachan de adulterio. A ella. Jesús escribe en el suelo. Una mujer pecadora y todos los demás acusadores. Que tire piedras el que no sea pecador. Todos se fueron. Una vez más, Señor, tu cercanía, tu compresión, tu acogida. Una vez más desarmas a los armados de la ley, de la verdad, de la justicia, para llevarlos al terreno de la misericordia. De tu misericordia. Una vez más, Señor, hoy, pones delante de nuestros ojos un espejo, para que mirándote nos veamos… y nos convirtamos a vivir, ya sin reservas, la alegría de tu evangelio. Acostumbrados a cond...