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Mostrando entradas de febrero, 2016

Mira a Jesús. Atrévete a vivir con Él.

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“Os aseguro que ningún profeta  es bien mirado en su tierra”   (Lc 4,24)    Los de Nazaret no aceptan a Jesús  porque les dice que la salvación de Dios  no es sólo para ellos, sino para todo el mundo,  y les recuerda la fe ejemplar  de algunos extranjeros.  Aquella comunidad sabe reconocer que Dios los ama;  pero no puede tolerar que Dios ame igualmente  a todas las personas y que quiera la salvación de todos.  Su indignación les conduce a querer eliminar a Jesús. - Líbranos, Señor, de la tentación del exclusivismo  y ayúdanos a descubrir y a valorar el bien  que hay en cada persona y en cada pueblo y cultura. Las gentes de su pueblo quieren controlar a Jesús,  utilizarlo para sus intereses.  Jesús se abre paso y abre paso a la gracia,  que es para todos.  La esclavitud queda rota por su enseñanza.  Mira a Jesús.  Atrévete a vivir con Él.   Es un lujo caminar con una persona tan libre.  Él da un nuevo horizonte a tu vida.

Dios ama gratuitamente

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Yo cavaré alrededor y le echaré estiércol,  a ver si da fruto en adelante” (Lc 13,8-9)     “En la misericordia tenemos la prueba  de cómo Dios ama.  Él da todo de sí mismo, por siempre,  gratuitamente y sin pedir nada a cambio” (MV 14).    Hay una alegría, ¿perdida?,  que brota cuando nos damos a los demás,  sincera y gratuitamente.     Señor: Soy tu higuera plantada en la viña de tu Iglesia. Muchos me creen bueno, porque mis apariencias engañan. Tú eres el único que conoce la verdad de mi corazón. Tú eres el único que cada día buscas  ahí dentro de mí los frutos de bondad. A ti no te interesan los engaños de mis engaños. A ti no te sirven las apariencias del follaje de mi piedad. Cada día sé que vienes a mí  esperando los frutos de santidad. Me duele que, tantos años te esté defraudando. Me duele que, tu gracia no haya sido más eficaz en mí. Gracias por saber que sigues esperando. Gracias por saber que aún me dejas crecer en tu

Todo lo mío es tuyo y para ti

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“Cuando todavía estaba lejos,  su padre lo vio y se conmovió;  y echando a correr se le echó al cuello,  y se puso a besarlo”   (Lc 15,20)     “La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona” (MV 3).   Cuando vivimos en las sombras  no toleramos que Dios sea tan bueno con los pecadores.   Es preciso que corra el aire del Espíritu por nuestros pulmones para que nuestra mente no se anquilose,  los pensamientos no se fosilicen  y el corazón no se endurezca. Los besos fueron la respuesta del Padre.   No son superfluas las palabras de Lucas  explicando el porqué de la parábola:   Jesús es criticado por acoger y comer con pecadores . Responde con tres parábolas.   La última y más bella de ellas  quiere mostrar que su actuación  es reflejo del rostro misericordioso del Padre. Quiere que lleguemos a comprender qué Padre tenemos. ¡Cómo es el Padre!   No pierde de vista a

La locura de amor del Padre por todos.

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“Por último les mandó a su hijo” (Mt 21,37)     El evangelio de hoy insinúa al Viernes Santo.    La viña, plantada por Dios con mucho cariño,  es el pueblo elegido,  que no ha producido los frutos esperados.    Sólo alguien que ame como Dios ama a su pueblo  es capaz de enviar a su propio Hijo  para percibir los frutos,  después de lo ocurrido con los enviados anteriores. Con todo,  la condena a los viñadores  no la hace Jesús,  sino sus oyentes.   Él llama a la conversión  y a producir los frutos  que Dios espera de nosotros.   Y en Jesús,  su Hijo entregado,  lo dijo todo y lo dio todo. Ya no tiene más.   ¡Hasta ahí llegó la locura de amor del Padre por todos!    Y ahí sigue Jesús, llamando cada puerta. Haz silencio.  Escucha a Jesús.  Que Él ilumine las oscuridades que llevas dentro.    Jesús en persona se aproxima a tu camino,  quiere entrar en tu historia. Déjate encontrar por Él.  

Dios se hace mendigo por amor.

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“Había un hombre rico...  y un mendigo llamado Lázaro  estaba echado en su portal”   (Lc 16,19-20)      El Papa Francisco, al hablar de ecología,  insiste en saber escuchar  tanto el clamor de la tierra  como el de los pobres.  Mendigos y ricos.     Muchos mendigos y pocos ricos.  Pueblos con todo, pueblos con casi nada.  Lo plantea la parábola,  recordando la necesidad urgente  de convertirnos a una verdadera fraternidad.   El rico es condenado  porque no ha sabido ver en Lázaro a un hermano,  con quien le une un deber de cuidado y custodia.  Al no tener una relación adecuada con su vecino,  aquel hombre ha destruido  la relación interior consigo mismo,  con los demás, con Dios y con la tierra.   ¡Un escándalo!  Dios se vuelca con los mendigos,  se hace mendigo por amor.  Déjate confrontar con esta parábola de Jesús.  No pases de largo,  implícate en los que están echados en tu portal.  Silencia tu ego.    Despiér