El cariño de Dios llena de bondad tu corazón.



“Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian” (Mt 5,44)   

La lógica de Jesús es que quienes nos consideramos hijos de Dios debemos tener el objetivo de ser buenos como el Padre.
La conversión a la que se nos invita no es nada fácil, porque todos hemos puesto nuestros límites: hasta dónde pueden incomodarnos los demás, hasta dónde estamos dispuestos a perdonar.  

Ser perfectos supone aprender siempre de Jesús en qué consiste ser hijas e hijos de nuestro Padre celestial.

- Padre nuestro del cielo, ¡haznos perder el miedo de hacer siempre el bien, de perdonar sin límites, de amar sin medida!

Dios no hace distinciones. 
No discrimina a los que no le quieren. 
A todos ama. 
Hace salir el sol sobre todos. 
El amor a los enemigos facilita el encuentro pleno con Dios. Acoge esta palabra que hoy te regala Jesús. 
Guárdala en el corazón, como María, hasta que produzca fruto abundante. 
El cariño de Dios llena de bondad tu corazón.  
Ponemos ante ti, Jesús, a las personas que todavía no amamos. 
Te decimos sus nombres y nos quedamos en silencio. Ámalas. 
Unidos a Ti amamos a los que Tú amas. 
  
 “Dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia” (MV 12).   

Hay un camino que va de los ojos al corazón sin pasar por la razón. 
Escuchemos y miremos hoy con bondad la multicolor humanidad que nos rodea. 
Mirar rostros, dejar que hable el corazón, ser hijos del Padre.

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