"Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial." (Mt 5,43-48). Creemos en él Dios que no tiene imposibles. Y es el que nos enseña a cambiar al enemigo por hermano. Nuestra reacción es huir de lo que nos daña o amenaza. Jesús lo abraza, como a la cruz, y lo rodea de tanto amor, que lo convierte en amigo. Es el mismo proceso de las perlas. Eran una invasión amenazante para la ostra. Pero a base de nácar, de abrazos amorosos, de besos cargados de ternura, convierte la arista en suave perla preciosa. Ahora convirtamos la poesía en realidad. Jesús va más allá de lo que se ha dicho. Amar al enemigo es, quizá, lo más difícil que nos pide Jesús. Prueba a dejar de lado los prejuicios y la falta de entendimiento. Somos hermanos, compañeros de viaje, con nuestras virtudes y nuestros defectos. La absoluta originalidad de la vida cristiana consiste en amar al estilo de Jesús, es decir, con un amor capaz de alcan...