«Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51-59). Él no ha venido a condenar, ni a anunciar la muerte. Quiere que vivamos con Él, que nuestra vida sea Él, que lo que hagamos sea con Él, que vivimos con fuerza a su lado. La vida la da la Palabra. Él es la Palabra, auténtica vida eterna para la vida del mundo. Jesús es la Palabra que mueve el mundo, es la Vida. Acoger la Palabra. La Palabra es Él. Ser uno con ella. Escucharla y ponerse en camino. Abrir los oídos y el corazón a lo que propone. Guardar y dar, acoger y compartir, seguir y hacerla vida. Guardar no es encerrar. Guardar la Palabra es abrazarla. Guardar la Palabra es alejarse de la muerte. En la Palabra nos encontramos con la Vida. Una Vida que nos plenifica, que da sentido y traza horizonte. Nos llena de esperanza en una vida eterna. La Palabra es Jesús. El Verbum. El Logos. El origen y fundamento de todo. María, enséñanos a ser contemplativos de la Pal...