"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena." (Jn 19,25-34). Después del tiempo de Pascua llega el tiempo ordinario. Y lo hacemos de la mano de María, madre de la Iglesia. Ella es la que nos acompaña en todas nuestras cruces, como acompañó a Jesús. Es la presencia discreta que anima e impulsa nuestras vidas para que se haga real, en nosotros, todo lo que celebramos en Pascua. Que las muertes no son lo definitivo. Que el amor es más fuerte que la soledad. Que la vida es maravillosa. Que hoy tenemos al Espíritu Santo como motor inspirador de lo que somos. Santa María, madre de Dios y madre nuestra, intercede por mí. Madre amorosa, que pueda sentir tu presencia maternal en cada momento, recordando que nunca estamos solos, porque tú estás con nosotros. Que tu ejemplo de fidelidad y entrega me inspire a vivir de manera más plena como discípulo de Cristo....