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Tu templo

  «Quitad esto de aquí:  no convirtáis en un mercado  la casa de mi Padre».   (Jn2,13-25). Jesús entra en el templo con un fin claro. Echar a los cambistas de templo. Una labor que fue deteriorando con el tiempo, y convirtiéndose en un mercadeo. Una corrupción religiosa usando a Dios para bien propio. Un signo profético que define al Mesías. Jesús no acepta que la casa de Dios se convierta en un mercado, que los puestos de venta ocupen el lugar de la mesa familiar. La invitación para nuestro camino de Cuaresma es a hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado.     MERCADERES  Hay que enfadarse y gritar contra el que profana vidas, el vendedor de apariencias, contra el mercader de credos y el usurero de penas. Hay que devolver un no a quien comercia con guerras, y oponer la fe desnuda a las armas, a las fieras que a zarpazos amenazan esta humanidad hambrienta de sentido, de palabra, de esperanza, de inocencia. Hay que...