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Mostrando las entradas etiquetadas como Viernes I Cuaresma

La ofrenda

  "Si vuestra justicia no es mayor  que la de los escribas y fariseos,  no entraréis en el reino de los cielos."   (Mt 5,20-26). Los fariseos juzgaban las vidas de los demás. Los discípulos de Jesús las acogen y las acompañan. Pasar de ser juez de las cosas, a ser sus amantes es el camino que nos pide el amor. No sabemos lo que vive la otra persona. Ni sus circunstancias personales, ni su vivencia interior. Cuantos malos entendidos nos alejan. El camino del Reino pasa por saber que nada nos puede separar del amor de Dios, vivamos lo que vivamos. Confiemos. Tratar bien a los demás con palabras que cuidan, que no hieran. La lengua puede ser una espada que haga mucho daño. Convirtámosla en una brisa que acaricia el alma de quien nos escucha. Las palabras que sean tejedoras de encuentros, de fraternidad.   La palabras pueden acariciar, tratar con respeto, valorar lo que el otro es, proponer encuentros, dar alegría y gozo, facilitar una mirada a sí mismo s...

Reconciliación

  "Deja allí tu ofrenda ante el altar  y vete primero a reconciliarte con tu hermano."   (Mt 25,20-26). Los ritos son para la vida. Toda la vivencia de la espiritualidad se concreta en nuestra forma de tratar a los demás. Una fe sin obras está muerta. Quien dice que cree en Jesús debe vivir como vivió él. Quienes decimos que creemos en Dios si luego no amamos a los hermanos reales, con sus límites y sus fortalezas somos unos mentirosos. Que este camino de Cuaresma nos acerque cada día más al corazón de Dios y de las personas con las que compartimos vida. Apelando a su propia autoridad, Jesús nos va a ir proponiendo varias “contraposiciones” entre lo antiguo y lo nuevo. Y, hablando del «homicidio», se nos dice hoy que para entrar en el Reino al discípulo se le pide algo más que el no matar físicamente. El Señor no se contenta con el mínimo de la «letra», sino que trata de situarnos en el máximo del «espíritu». La reconciliación y el amor fraterno son condiciones ...

Tu hermano

  “Reconciliarte con tu hermano”    (Mt 5,20-26) Jesús, en su pedagogía con los discípulos, pasa de una ética de mínimos, exterior y puramente formal, a una ética de máximos, que exige la conversión del corazón. Este cambio radical conlleva el descubrir a un Dios personal y cercano, que busca nuestra felicidad y nuestro amor. El fragmento del sermón de la Montaña que hoy se proclamará en la liturgia de la Palabra, nos muestra la enseñanza que la conversión cristiana pasa por la reconciliación con los hermanos. Reconciliarse es reconstruir la fraternidad. El abrazo de reconciliación con Dios pasa por el abrazo de reconciliación con el hermano. Antes de la ofrenda, reconciliación. Una propuesta para que las palabras no sean espadas, no sean dardos contra los otros. Palabras que valoren y cuiden, que acaricien y acompañen.  Generar puentes de encuentro y no muros que separen. Gestos y palabras encaminadas a cuidar al otro, a ayudarle a ser quien está llamado a ser...