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El milagro

  «Maestro, queremos ver un signo tuyo». (Mt 12,38-42). Hay días en los que nuestra fe se desgasta, se debilita y pedimos al cielo signos. Necesitamos confirmar los pasos que damos. La duda nos invade y no sabemos bien qué hacer. Y la respuesta de Jesús es que miremos qué hemos vivido cuando confiamos en Él. ¿Quién  ha confiado en Él quedó defraudado? Jesús nos invita a confiar precisamente cuando más inseguros nos sentimos. Su fuerza se muestra perfecta en nuestra debilidad. Es en nuestra oscuridad cuando más brilla su luz “Maestro, queremos ver un milagro tuyo” El milagro de saber que estás conmigo  aunque no sepa nada,  aunque no sienta nada,  aunque este más seco que el esparto seco… el milagro de saberte vivo y vivificante en mi vida.  El milagro de entregarme a ti desde mi incoherencia,  mi fragilidad, mi debilidad.  El milagro que cada día haces en mi.    

¡¡¡Adelante!!!

  “El hombre creyó en la palabra de Jesús  y se puso en camino”   (Jn 4,43-54). A Jesús acuden muchos poniendo en él su última esperanza. Era el caso del funcionario real, que pide al Señor que intervenga pues su hijo se está muriendo. Jesús tan solo le dice "anda, tu hijo vive" . Él creyó en su palabra y se volvió a su casa. «El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino» Y encontró su hijo sano. Es el segundo signo que Jesús hace para que crean. Creer en la palabra de Jesús es el signo que a veces se espera. Cuando te encuentras con Jesús y lo escuchas, crece la confianza en la palabra que nos lleva al camino a anunciar el evangelio. “Si no veis signos y prodigios, no creéis” Tú eres el signo: tú mismo, tu cruz. Es el signo que nos has dado para la salvación del mundo. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero. “Anda, tu hijo vive”.  Qué bien le hace a nuestra vid...