“Levántate, coge la camilla y echa a andar… y vete a tu casa”» (Mc 2,1-12). “Proponía la palabra”. La palabra de Jesús tiene convocatoria, tiene fuerza, tiene atractivo. La propone, pide la escucha. Su palabra no impone, ni hace que el otro cargue con normas y tareas. Su palabra es fuerte pero es propuesta, que necesita de nuestra libertad para responder. Su palabra no es una palabra más, es la palabra que poner de pie, que levanta del suelo, que cura y cuida. “Te digo: levántate”. Es una palabra que transforma. Jesús cura nuestras heridas y da fuerzas a nuestras debilidades. Su corazón es casa abierta para todos los necesitados de cariño, de perdón, de paz. La fe en Jesús, vivificada en la oración, no es para guardarla, sino para celebrarla, y vivirla en la familia, en el grupo, en medio del mundo. El pecado paraliza y abate. En ocasiones necesitamos que otros intercedan ante Jesús por no poder hacerlo personalmente. El amor es creativo y no se deja vencer ...