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Mostrando las entradas etiquetadas como curación del paralítico

"Levántate"

  “Levántate, coge la camilla y echa a andar…  y vete a tu casa”»   (Mc 2,1-12). “Proponía la palabra”. La palabra de Jesús tiene convocatoria, tiene fuerza, tiene atractivo. La propone, pide la escucha. Su palabra no impone, ni hace que el otro cargue con normas y tareas. Su palabra es fuerte pero es propuesta, que necesita de nuestra libertad para responder. Su palabra no es una palabra más, es la palabra que poner de pie, que levanta del suelo, que cura y cuida. “Te digo: levántate”. Es una palabra que transforma.   Jesús cura nuestras heridas y da fuerzas a nuestras debilidades. Su corazón es casa abierta para todos los necesitados de cariño, de perdón, de paz. La fe en Jesús, vivificada en la oración, no es para guardarla, sino para celebrarla, y vivirla en la familia, en el grupo, en medio del mundo. El pecado paraliza y abate. En ocasiones necesitamos que otros intercedan ante Jesús por no poder hacerlo personalmente. El amor es creativo y no se deja vencer ...

Levántate y anda

  "Y el poder del Señor estaba con él  para realizar curaciones."    (Lc 5,17-26). Jesús comunicando vida abre futuro. En el amor que perdona y que invita a caminar, anticipa los cielos nuevos y la tierra nueva. Dios es poderoso para cambiar nuestra suerte. No excluye a nadie su abrazo. Todos somos hermanos. La gran curación es amar lo que somos, lo que vivimos, quiénes somos, cómo estamos. Nuestro gran sufrimiento es no acoger la vida como es. No querernos. Estar permanentemente quejándonos, juzgando, manifestando inconformidad frente a lo que cada día se nos posibilita vivir. La gran curación es abrazar nuestra realidad y llenarla de gratitud. Tenemos por delante la tarea de dejar las camillas de la nostalgia y de idealizar el futuro. Y abrazar el presente con todas sus fuerzas. Señor Jesús, que el ánimo del espíritu nos toque  y nos haga cada día artesanos en el cuidado de nosotros,  en las relaciones, en la forma de estar, en el amor. ...

Danos fe

  "¿Por qué pensáis mal  en vuestros corazones?"   (Mt 9,1-8). En este episodio de Cafarnaún, los protagonistas son Jesús, un paralítico y algunos letrados. Por san Marcos sabemos que cuatro amigos del minusválido lo descuelgan en su camilla por el techo de la casa en que se halla Jesús, asediado por la muchedumbre. Viendo el Señor su fe, comienza por decir algo que resulta sorprendente: « Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados ». La reacción de los letrados es de un desmesurado escándalo. Una vez más la sanación física será signo fehaciente de la más profunda curación espiritual. Al perder la conciencia de pecado, no valoramos el perdón, la gracia que recibimos y nos fortalece en nuestra vida. Preferimos que se nos quite un dolor del cuerpo y no vemos que lo que más nos duele es el alma que nos impide levantar la cabeza. «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.» Esta frase sigue siendo escandalosa. Hemos dejado de soñar en un mundo rescatado de la ...

¡Levántate!

  "Levántate, coge tu camilla  y vete a tu casa"   (Mc 2, 1-12) Este pasaje es un mensaje de esperanza para todos nosotros. Nos recuerda que Jesús es poderoso para sanar, que la fe es importante, y que Jesús es un Dios compasivo. Jesús no impone, propone. Nos propone su palabra, para responder con nuestra vida. Nos propone una amistad, que tenemos que aceptar y cuidar. Nos propone un cambio y un camino a su lado. Toda propuesta necesita respuesta. ¿Nos atrevemos? A Jesús le presentan un paralítico, introduciéndolo por un boquete que cuatro habían abierto en la techumbre. Una originalidad absoluta. Una creatividad desbordante. Una fe imparable. Ante la necesidad, ingenio. Ante la dificultad, fortaleza. La fe no tiene límites. La fe y el amor de cuatro amigos vence la resignación, busca alternativas y abre caminos donde parece que no los había. Ojalá nunca nos resignamos ante el sufrimiento de los demás. Se buscan "camilleros" que acerquen a Jesús a todo...